XXXI

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La noche pasada habían pronosticado días nublados y llenos de lluvia, y justo hoy la promesa se había cumplido, sin remedio alguno.

Cuando mire el cielo por la ventana, vi un manto grisáceo, lleno de negras nubes, donde tras ellas los rayos del sol brillaban débilmente intentando colarse por sobre ellas deseosos de brindarme un poco de esperanza. A los pocos minutos de que me coloque frente al ventanal comenzó a llover, en un ligero chipi chipi.

A distancia solo se distinguían los contornos irregulares de las montañas, las figuras desdibujadas de las viejas casas y los follajes de los árboles estremeciéndose a cada gota que besaban sus ramajes... Todo era como si un ligero y húmedo manto se hubiese posado con sutileza sobre Villa Florencia para jamás en la vida desaparecer.

Pegue la frente contra el cristal, pese a que adoraba los días como hoy, esta vez el deprimente tiempo no lograba ayudar en nada con mi melancólica tristeza, después comprendí que nada ayudaba y ni iba a ayudar, al menos no como yo quería y deseaba e imploraba, así que más que derrotado deje la batalla y me resigne a mi pésima suerte, por que ya indudablemente nada podía hacer... Y sumado a todo aquello esa maldita duda seguía latente... viva como si nunca fuese a morir...

Miré el desolador paisaje unos cuantos segundos, después corrí la cortina en un vano intento, de alejar el lúgubre día.  Pero pese a ello a mí alrededor seguía rondando el frió aíre del día. Sin más que hacer me arroje a mi cama, tomé mi almohada y la abrace con fuerza, con mucha fuerza... como si fuera Louis quien estaba en mis brazos, como si fuera él y nadie más...

Intente conciliar  el sueño pero conforme me hundía en los apacibles brazos de Morfeo los recuerdos volvían como nunca lo habían hecho... Y antes de creer completamente lo que miraba tras mis ojos desperté. Y es que ya no deseaba más dolor... en verdad que ya no quería sentir nada que no fuera mi puro instinto de supervivencia pero tarde comprendí que no podía, ni siquiera imaginar algo así... estaba condenado  a vivir ese calvario... no había otra mejor opción era esto y nada más...

Intente alejar cuanto trágico pensamiento tenía en mi mente pero la tristeza, el dolor y la melancolía ya habían echado raíces muy en fondo de mi ser y mi corazón, de donde iba a ser muy difícil de arrancarles... Y Justo en esos momentos desee que todo acabara que todo llegara a su final cual fuera, cuan mágico e irreal pudiese parecer... ya no importaba cual podía ser, y es que ya no me interesaba donde podía quedar, lo único que deseaba era que ya sucumbiera, que todo finalizara y que todo pasara al pasado que fuera una hoja más de mi vida a la cual ya le hubiese dado vuelta...

Y junto aquel ardiente deseo llego la razón a mi cabeza de una forma fuera de mi total entendimiento pero que me hizo comprender que si yo no ponía una alto a todo esto que se había salido de mis manos, nunca en la vida iba a parar al menos no para mí...  Pero a hora la pregunta era: ¿Cómo hacerlo?, ¿de que manera?... Por que al menos para mí ya no había otra opción que no fuera la absurda idea de que hablara con la verdad... ¡No había otra!.... ¿Qué tenía que hacer?, ¿de que manera actuar cuando ya todo parece no tener solución?

Me levante de mi cama de un salto, dejando a tras un revuelo de sabanas y sobrecama. Y así comencé a andar de un lado a otro con una inminente desesperación que a duras penas podía con ella. Muy en el fondo de mi corazón comenzaba la mala hiedra de la incertidumbre y la duda comenzaban a echar raíces mucho más rápido de lo que pude haber imaginado...

Camine si parar un minuto siquiera, ya no podía hacerlo, ya no quería hacerlo... en verdad que deseaba tanto acabar con ello de la manera que fuera pero ¿cómo?... ¡¿cómo?!, ¡¿cómo?!...

Y sin más otro ramalazo de lo que ahora si era la razón misma me golpeo sin el menor aviso...

¡Si! ¡Lo amaba!, lo amaba más que nadie... quería a Louis como jamás había llegado a  querer a nadie en este mundo... mi corazón le pertenecía era de él y a nadie más y aunque si algún día llegase a olvidarle mi ser entero sería suyo y de nadie más... de él... de Louis... por que era mi dueño, mi alma gemela la otra mitad de mi vida, aquella que necesitaba para ser inmensamente feliz y sin la cual ya no podía vivir, al menos ahora no que lo había conocido y probado de sus besos, de su cuerpo, de su ser entero...

El Otro Rostro de la Vida ➳ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora