Turbulencias, malditas y desgraciadas turbulencias.
Me desperté hacé más de 2 condenadas horas, el mismo tiempo que llevó fingiendo dormir, revolviendome, cambiando de posición y nada sirve, así que decido abrir los ojos. Leah se había negado a decirme cuanto tiempo demoraba el estúpido vuelo, seguramente por que sabe que hubiese preferido irme a pie.
Ian estaba dormido, demasiado tranquilo para prestar atención a lo que sucedía aquí, afuera el cielo se veía de noche, sabrán las estrellas que hora es, todos en el avión dormían, lo único que me quedaba era mirar el techo, no me gustaba ver películas, ninguna era "nueva" para mi, además de que siempre me recordaban a algo y era completamente irritante ver una actuación mala.
Ian empezó a moverse y de un momento a otro despertó y bufo, lo mire esperando que respondiera.-No me dejas dormir- lo miré entre ofendida e incrédula, no me he movido, ni hablado, es más ni siquiera he respirado- tu alma esta inquieta por consiguiente la mía también- volteé mi mirada a la ventana cuando empezó la turbulencia de nuevo, me sostuve del brazo de la silla, me sostuve es poco decir, le enterre mis uñas al brazo que curiosamente era muy suave para una silla, las turbulencias me irritaban demasiado, con el paso del tiempo aprendí que la irritación era la manera en que mi corazón se libraba de esas emociones que no tenía, por decirlo así, si sintiera algo le tendría miedo a los aviones por que si no lo notan mi cuerpo si lo tiene pero mi corazón no lo deja, son dos cosas que trabajan de diferente manera pero al poco rato de que mi corazón manda, la irritación o molestia, mi cuerpo se deja guiar y ya no siente miedo ¿Se entiende?
-Princesa, ya paró la turbulencia- lo mire de mal humor- suelta mi brazo- mire a donde tenía mi mano y sorpresa, no era el brazo de la silla si no el de Ian, ensangrentado, lo solté por inercia e inmediatamente este sano pero la sangre seguía en mi mano así que me levante para ir al baño, me lave las manos y volví a mi asiento.
-¿Le temes a los aviones? - pregunto Ian mirando de reojo.
-No- dije seriamente.
-¿No?- el se quedó pensativo un rato- Es extraño pero yo si sentí miedo y te digo que jamás me había pasado.
-¿Enserio? - lo mire esta vez algo incrédula, era imposible, esto si era imposible, él no podía, no debía sentir por mi.
-Si- dijo el pensativo-¿enserio no tienes corazón?- resople y mire a la ventana. ¿Deberia decirle? Algo en lo más profundo de mi mente me dice que si pero mi instinto me dice que no- entiendo- alzó las manos en señal de rendición y las golpeo fuertemente contra sus piernas.
-No- susurre.
-¿Que? - me miro indiferente.
-Si tengo corazón-dije mirándolo- solo que... No puedo sentir.
-Te he visto enojada apuesto que si sientes algo- dijo irónico.
-Solo puedo sentir cosas negativas, en teoría irritación y enojo- el asintió.
-¿Por qué? - esto era nuevo para mi, mi mente no lo tomaba como una amenaza y eso era extraño, era fácil decirle las cosas pero aún así no me fiaba del todo.
-Esta congelado- el me miro con pesar.
-Y si...
-Si lo descongelo moriré, Ian- el abrió los ojos sorprendido, era la primera vez que decía su nombre, yo estaba encogida en mi misma esta situación me irritaba- no más preguntas.
El resto del vuelo nadie habló.
Cuando llegamos a Argentina, Buenos Aires para ser más específico, llegamos a un pequeño hotel aunque bastante elegante cada quien fue a su habitación a cambiarse pues en Argentina eran las 5:00 p.m. y la reunión era a las 8:00 p.m.. Entré a la ducha y dure ahí un buen rato relajando mi cuerpo, una hora después de eso me estaba secando el cabello con una toalla alrededor de mi cuerpo, alguien tocó la puerta.
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Mystical Freeze
FantasyAlena nació condenada a no sentir ningún sentimiento que hiciera su vida feliz, como amor o alegría. Su corazón nació congelado y no se puede descongelar ya que de ser así moriría a causa de su sangre maldita... pero, debido a un error catastrófico...