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Alec.

Los siguientes días fueron un poco cansados para el ojiazul, salir a la calle mirando como en cada lugar había alguien que pertenecía a aquella comunidad que tanto quería deshacerse, parecía un virus, un nido de cucarachas que aparecían cada vez más.

Y esto tenía la culpa esa comunidad que por haber aparecido planteaban aquella loca idea y hacían dudar a los demás. Aborrecía a aquellos pecadores y a sus seguidores, que plantean argumentos baratos para defender a esas personas.

Pero todo funcionó bien para Alec, que había podido hacer despedir a cuatros empleado de una tienda que por casualidad había entrado, no le había costado tanto convencer al jefe, ya que al parecer era alguien que tampoco le gustaba esa clases de personas y las aceptaba a penas. Y Alec había podido ganarse una satisfacción a ver a esas cuatro personas rogando por su puesto, pidiendo entre lágrimas su puesto, pero eso no pasó, ser de las personas esa tenía sus consecuencias.

Él se había curado ¿Por qué las otras personas no podían hacer lo mismo? Esa tarde se había ganado unos insultos por parte del ex personal, pero él estaba satisfecho, porque el jefe les había dado el currículum de esas personas y Alec podría mantenerlos en la mira y mandárselo a sus padres para que pudieran hacer que nunca más tuvieran un trabajo, que quedarán en la calle.

Al volver a su casa, pasar por el vecindario, se paró frente a la casa de los Bane, aún no sabía que había pasado y dónde se habían mudado, porque no había tenido tiempo para agarrar su tableta y investigar. La casa estaba en malas condiciones, las cintas de los policías, cuando sabía ocurrir algo malo, estaba en toda la pared de la casa, las ventanas estaban rotas y clavadas con maderas, al igual que la puerta, ahora tenía un hoyo donde se podía ver dentro de la casa, la oscuridad de adentro; el pasto estaba seco y crecido, el árbol de manzana no era la excepción, también estaba seca, parecía como si algo hubiese pasado por ahí, solo por esa casa, porque las demás estaban impecables.

— ¿Qué sucedió aquí? — se preguntó en voz baja.

En la casa de al lado un anciano lo miraba desde la puerta, su pelo ya lleno de canas, un bastón en su mano derecha y una sonrisa que invitaba a acercarle, Alec caminó hasta él, algo en sus facciones le recordaba a un hombre que le regalaba frutas en su niñez.

— Cuando te vi, supe que eras tú, nadie más que tú miraría esta casa como el pequeño amigo de Magnus sabía hacer de pequeño.

Alec trató de sonreír pero le costó.

— Señor Carstairs—saludo Alec—aún con su edad tiene una memoria muy sensacional.

El señor sonrió encantado con el halago, y dirigió la mirada a la casa.

— Es tan lamentable lo que sucedió aquí, fue una noche, no nos dimos cuenta de nada— dijo el hombre triste.

Alec lo miró confundido.

— ¿Qué sucedió señor Carstairs?

— Una semana después de que se fue, qué bueno que lo hayas hecho y no estuvieras en ese lugar, unos asaltantes vinieron y entraron a la casa de los Bane, mataron a todos, los descuartizaron, fue una masacre.

— ¡Abuelo Jem, abuelo Jem!

El hombre miró hacia la puerta comenzando a entrar para dirigirse a los gritos. Alec lo detuvo sintiendo una opresión en su pecho.

— ¿E-Están todos muertos?

— ¡Abuelo Jem!

Una chica gritaba a todo pulmón, el señor lo miró con tristeza y después se metió a su casa, Alec se quedó mirando la casa para después caminar a pasos lentos hasta el auto y dirigirlo hasta su casa, al cerrarlo se dirigió a pasos cortos hasta dentro de su hogar cayendo en el piso sorprendido por aquello, había venido para trabajar con esa familia, para vengarse de lo que le habían hecho y ahora se enteraba de eso, de que hubo una masacre.

Gateo hasta donde su tableta había quedado la última vez, no podía aceptar que todo su trabajo, todo para llegar hasta su país de niñez haya sido solo para ganarse la noticia de que esa familia estaba muerta.

Buscó en Google sobre ese homicidio, y no fue difícil para que apareciera, al parecer fue una de los peores homicidios del país, viendo uno tras otra noticias pudo descubrir que el asesinato había sido una semana después de su partida, y que los asesinos no habían dejado pista de sus identidades, los habían ahorcado y descuartizados, en sus frentes había una marca de una cruz. Eso eran las consecuencias de ser una familia pecadora.

Lo último que pudo leer antes de descomponerse por las fotos reveladas de los cuerpos hechos trizas fue que había quedado un sobreviviente, Magnus Bane, el hijo menor de la familia. Se encargaría de saber su paradero y hacer su vida un infierno, no cambiaría de parecer aunque hubiese leído esa noticia, no le tenía ni una pizca de pena por como termino su familia.

Primer Amor. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora