Alexander Lightwood despertó después de una pequeña siesta en el avión, tenía una almohada en la parte izquierda, y una cobija en sus piernas, había comprado el asiento de su lado para no llevarse una desagradable compañía. Era bien reservado a mezclarse con otra persona, no porque se sintiera incómodo de ello si no porque todos eran pecadores.
Cada uno podía hacer de su vida lo que quisieran, pero el después de haber pasado tantos años en un internado católico podría definirse curado, y un siervo del señor, quién era muy estricto según sus relaciones cercanas. Había sido elegido para comenzar el trabajo de un mundo mejor para todos.
Debía hacer lo imposible, luchar como le había prometido a su familia, para desarmar eso que se había formado con tanta fuerza y se hacía llamar comunidad LGBT, prohibir que trabajen en lugares dignos para mandarlos a la calle, que no pudieran tener un casamiento igualitario y nunca, jamás, poder adoptar.
Podía escuchar a través de sus oídos lo que pasaba a su alrededor, no había música, pero rogaba por un poco a pesar de que no se podía. Las voces, la tos de un anciano, y el molesto ronquido de un pasajero hacían que la paciencia del muchacho fuera disminuyendo.
Miró la hoja que tenía en sus manos, la dirección de su viejo hogar, lo arrugó entre sus dedos y el resentimiento que tenía dentro lo dejo salir. Odiaba su niñez, odiaba a ese niño corrompido que había conocido, con quien había jugado y se hacían llamar mejores amigos, porque ese niño lo trató de llevar al lado malo, lo trató de corromper, pero gracias a sus padres volvió al buen camino.
Es que esa familia estaba corrompida, todos, y le había costado años darse cuenta ¿Qué podía hacer un niño que vivía con un homosexual? Haría lo mismo, dos homosexuales en una casa, una mujer haciendo un trabajo de padre cuando el hombre, el verdadero hombre de la casa, se había marchado. Y el siempre estuvo ayudándoles, a pesar de lo equivocado que estaba.
<<Siempre serás mi príncipe de ojos zafiros. >>
Culpa de ese chico y de su madre él había sido castigada, tuvo que pasar en un internado católico la mayor parte de su niñez, había tenido que dejar su escuela, sus amigos, su casa para irse al otro lado del país.
Y ahora era su turno de demostrarles que él había podido ser curado y que esas dos personas, podrían también serlo. Esa familia sería sus primeros objetivos.
<<Seremos tan unidos, que tú y yo podremos ganar el cariño que se tiene mi hermano con su amigo. >>
Que inocente había sido, que fácil de caer en la trampa de una voz dulce e infantil que escondía detrás de su careta un ser malvado.
Había sido tan inútil en defender una familia que lo llevó a su dolor, nunca le buscaron, nunca fueron por él, había tenido que enfrentar los castigos de las monjas, el cariño frío de sus padres, todo por ellos. Ahora les mostraría que no debían meterse con un Lightwood.
La mano en su hombro de la azafata lo sacó del trance en el cual se había metido, tuvo que hacer su cabeza un poco hacia atrás para no mirar aquellos pechos que sobresalen de la blusa media prendida, frunció el ceño.
— Señor estamos por aterrizar ¿Quiere que le coloque el cinturón?
Sabía de sus intenciones, sus ojos y su comportamiento corporal lo reflejaba, pero no le gustaba aquellos, ese atrevimiento.
— Gracias, puedo hacerlo solo.
Agarró de las cintas y lo prendió frente a los ojos de ellas, que al parecer miraban otro lugar, dejó escapar una risita y se alejó, su travesura no pudo ser hecha. Después de una aterrizaje perfecto, buscó su equipaje y esperó que sus hermanos mayores aparecieran en el lugar y lo guiarán a su casa, pudo divisar a lo lejos un cartel con su nombre y dos personas sosteniéndolo.
Caminó en silencio, los saludo con un abrazo y soporto los comentarios cursis que ellos daban. Sus hermanos también eran pecadores, pero tenía tiempo para convencer ir al camino bueno. Ahora solo debía encontrar a la familia Bane, cuando hiciera su trabajo con ello, entonces seguiría con los demás.
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Primer Amor. •Malec•
Fiksi Penggemar||Malec|| Un enamoramiento en la niñez es algo que suele recordarse por años, un amor inocente y aventurero. Pero no para estos dos niños que tuvieron que enfrentar graves situaciones antes de reencontrarse otra vez a su mayoría de edad. Hay un pro...