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Magnus.

En los anochecer era más pesado dormir cuando sentía un dolor en su cuerpo que le molestaba hasta el punto de quejarse, pero no era lo único que le hacía mantenerse despierto, si no pensar en Alexander cada noche, preocupado por lo que se había convertido y él no podía ayudar a que se encontrará el mismo, para que fuera feliz, sabía que el ojiazul no estaba en vandalismo o era alguien que le gustaba matar para su diversión, pero se había vuelto intimidante y ya hasta le había prohibido acercarse a él, aunque Magnus no quería, lo que menos quería era estar lejos de Alexander sin poder hacer algo, aunque con esa enfermedad que tenía no podría hacer nada más que hablar pero el ojiazul haría cualquier cosa antes que escucharle ya que había dejado en claro que le aborrecía.

— Magnus Bane mira esas ojeras—dijo Isabelle— hoy iremos a la iglesia, te llevaré conmigo.

Sabía pasar las noches entera despiertas o solo despertaba al amanecer, dándose cuenta que ya dejaba de descansar como se debía comenzando a tener notables ojeras, pero es que no podía descansar cuando muchos de sus pensamientos le atacaban dejándole horas perdido en el, sin ver que el amanecer estaba cerca, ya había recibido cantidades de retos por los hermanos sobre que debía descansar o iban a tener que avisarle al doctor, algo que le hacía acordar a su niñez, porque así lo estaban tratando, como un niño más.

— Solo quiero volver a trabajar, mis clientes ya tenían un lazo conmigo— susurró el moreno— ¿Quién otro acompañante ahí tan bueno como yo?

Veía a la chica moverse en la pieza, buscando ropa y colocándola frente a su vista para elegir y así dejarlo en la cama, Isabelle se encargaba de vestirlo cada mañana, algo que le divertía ver cómo la chica fruncía el ceño por la vestimenta de bajo recursos, ella había prometido ir de compras para renovar el placar y Magnus quien ya sentía que estaba abusando de la hospitalización solo negaba explicando que se sentía bien con su vestimenta. Después de unos minutos viendo como Isabelle al fin se decidía por cual ropa le pondría, Magnus tuvo que sentir las manos de la muchacha tocando su cuerpo para sacarles la prendas del pijama y ponerle las nueva, el moreno no podía dejar de pensar cómo se sentiría las manos del Lightwood ojiazul en su piel, solo iba a quedarse con las dudas.

— Tú dejaras de trabajar en eso, tus clientes me importa un pepino y el lazo que tengan, Raphael ya lo dijo, él está sustentando tu vida desde ahora y eso harás, te vas a portar como niño bueno para dejar mimarte por un buen tiempo.

Magnus se quejó, no era de aceptar plata o caridad si no la ganaba por su cuenta, le hacía sentir incómodo e incapaz de conseguir algo por sus propios medios, le hacía sentir inútil. Vio como Jace aparecía por la puerta preparado para cargarle desde la cama hasta la silla, ninguno de ellos tenía alguna queja de lo que hacía por él y eso le hacía sentir incómodo más de lo que sabía estar ya que no era nadie importante para ellos, no era parte de la familia, y con Alexander por su acciones malas no era igual, aunque Jace siempre salía cada tarde diciendo que pasaría tiempo de hermanos con el ojiazul, pero Isabelle no, evitando el tema cuando se hablaba del chico.

— ¿Extrañas a tu hermano?— preguntó Magnus.

Iban en el auto con Samuel ya que Jace se había ido en el suyo porque debía pasar a hablar con uno de sus alumnos de boxeo antes de ir a la iglesia, así que era un buen momento para sacar el tema y demostrarle al pequeño que lo que había visto en la comisaría no era el Alexander que ellos conocían, el anterior, que no todo el tiempo se había definido por las acciones malas que estaba teniendo, no quería que el sobrino del ojiazul tuviera ese rencor, aunque Samuel consideraba a Raphael como un amigo más, así que era inevitable cambiarle una opinión cuando el que había sido víctima y casi pierde la vida era alguien importante para él.

Primer Amor. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora