(20)

341 50 8
                                    

Magnus.

Las despedidas son dolorosas, mucho más cuando se trataban de personas tan importante que formaban parte de su vida, pero era mejor dejarlos ir antes de que algo malo se le pasará por la cabeza a Alexander y quisiera hacerles daño, ya tenían mucho con lo que le había pasado a Raphael, quien debía huir de donde vivía con personas que le importaban para no vivir en el miedo de que podría sucederles algo de nuevo, y el moreno se lo agradece porque a pesar de irse a un lugar donde estarían a salvos y ya no tendrían que trabajar en aquello que los mantenía atados a clientes que podrán hacerle daño. A pesar de eso, Fran parecía no querer irse de su lado, ni de dónde estaba Ragnor, ya que lloraba a lágrimas vivas sobre su regazo.

— ¡Magg! ¿Cuidarás de mi bebé? Llévale las flores que a él le gusta de mi parte, dile que volveré pronto, que no lo olvidaré— sollozó— llámame todos los días, si un día no me llamas me tendrás aquí en un santiamén, y si algo te hace aquel chico juro que vendré con una patota de personas y me voy a vengar.

Ambos estaban abrazados sin querer soltarse, lo que habían pasado ellos dos juntos nunca lo entendería, separarse ahora era como un desafío, pero los cambios y una separación por unos meses harían bien a ambos, quería ver feliz a su cuñado, de que ya pudiera superar a su hermano y saliera adelante, encontrará otra persona o se dedicará a crear un futuro, ya era hora de que a pesar de aún tener a ellos dentro de su alma, debían superar para seguir adelante.

— Lo prometo Fran, lo prometo— susurró el moreno— pero promete algo, mientras esté allá disfruta, conoce gente, dedícate a estudiar o trabajar en algo que te guste, y ayuda a Simón como a Raphael, será duro para ellos en su hora de rehabilitación.

— Lo intentaré— dijo el chico— y tú has lo mismo, con esos doctores que tienes capaz tienes suerte y te quedas con uno.

Ambos rieron un poco, el chico siempre salía con sus comentarios a pesar de que estaban teniendo una charla que no era bienvenida una risa, era una despedida, de estas triste con lágrimas cayendo por sus mejillas, estás cómo la nariz rojas, sollozos audibles, aunque con Fran era imposible, cada vez que una situación era triste se colocaba incómodo y trataba de que la situación fuera mejor para que ni él, ni los de a su alrededor se sintieran mal.

— ¡Ya debes salirte!— se quejó Simón— Todos queremos despedirnos de Magnus, maldito usurpador.

Fran se corrió recibiendo a Simón en sus piernas como si se tratará de papa Noel en las tiendas preparado para escuchar todo lo que los niños iban a pedir, aunque era situaciones diferentes, pero se alegraba de tenerlos así, podía abrazarlos mejor y hablar con ello, cuando por su silla de ruedas no podía tenerlos tan cerca. Simón era uno de los más despistados, no pensaba antes de hablar y siempre su boca hablaba de más, pero tenía a su lado a Raphael quien a pesar de todos esos defectos lo quería mucho, Magnus estaba feliz por ambos y se alegraba de esa casi relación.

— Te extrañaré Magnus, todo será distinto sin ti, los días de limpieza facial, las charlas, ya sabes lo que hacemos siempre— susurró Simón— pero sé porqué te has quedado aquí y te apoyo, lo conseguirás, creo que dentro de ese cuerpo de chico Anti pecado, a pesar de todo lo que está haciendo, y casi mata a mi Raphita, está siendo controlado, ya sabes cómo sale en los dibujos, está hechizado por la bruja de su madre y tú debes sacarlo de ahí.

Aunque a veces era un poco inteligente, cuando se lo proponía o quería realmente, siempre había pensado que el chico solo se comportaba así para no perder su chispa, y cuando nadie lo miraba era alguien normal, y hasta ahora lo seguía pensando.

— Te extrañaré Simón Lewis, tú y tu bocota que larga de todo antes de pensar— sonrió el moreno.

Ambos se abrazaron para después tocar el turno de la mujer quien lo había acogido en su casa, le había dado todo, lo había ayudado a superar, a no caer en alguna depresión, cada vez que la necesitaba ella estaba ahí para ayudarle, dándole todo como si fuera su madre, no tenía palabras para agradecer todo aquello, la abrazo por unos minutos, ya no hacía falta palabras cuando ambos sabían lo que el otro decía con el abrazo "Cuídate y cuida a tus cercanos" ninguno de los dos pudo evitar dejar caer una lágrima, cuando ya se separaron fue el turno de Raphael quien al estar en silla de rueda ambos debían estar frente a frente un poco lejos, el chico le tendió un papel haciendo que Magnus lo viera en sus piernas confundido.

— ¿Qué es esto Raphael?

— Somos socios, te vas encargar del hotel, sé que te sofoca estar encerrado— dijo el chico.

— Pero si el hotel está destruido dentro, el incendio.

— Para eso están los seguros tontito— dijo entre risas el chico.

— ¿Y cómo crees que yo podré con esto? Estoy inválido— susurró Magnus.

— Isabelle te ayudará, ya he hablado con ella, ya tengo todo planeado, solo debes esperar unos meses y ya podrás comenzar— dijo Raphael— mientras yo estoy en rehabilitación, solo promete cuidarte y si vez algo raro me llamas, vendré ¿Entendido?

Magnus asintió sorprendido aún, Raphael le estaba confiando una parte importante de él, su hotel, ninguna persona haría aquello, menos a alguien que no había podido terminar los estudios, pero ahí estaba el chico, con un papel en su piernas donde le daba el derecho a manejar aquel lugar, estaba confiando en él mucho más de lo que él creía, y eso lo hacía recordar las palabras de su madre cada vez que esto pasaba.

<<Si ayudas a la gente y siempre estás cerca de ellos dando todo a pesar de no conseguir nada, el señor te lo recompensará, verás puertas abrirse frente a tus ojos que muchas personas que no tienen humildad no pudieron conseguir, no olvides eso hijo, siempre ayuda a los demás, se humilde, y demuestra la persona que llevas dentro, que solo tú sabrás quién eres y porque eres así. >>

— Gracias Raphael— dijo Magnus— por favor cuida a mi familia.

Después de eso, de que se despidieron de los hermanos Lightwood y de Samuel los vio irse hacia el vehículo que los llevaría, llevado por uno de los amigos de Raphael, todo por un capricho de Fran el cual le tenía vértigo a las alturas y no iba a subir a ningún avión; después de muchos saludos por la ventana y más lágrimas el vehículo arrancó marchando lejos de él, mientras que Isabelle tomaba el papel y lo guardaba en su cartera, Jace comenzó a moverlo hacia el estacionamiento para ya poder irse de ahí mientras que el moreno iba rezando en voz baja por la seguridad de los recién ido.

— Bueno ¿Quién quiere un helado?— preguntó el rubio.

Darían una parada antes de volver a casa, Jace lo subió al auto como sabía hacía siempre y después marcharon, le gustaba ser parte de ellos, que lo tratarán como un integrante más, pero le ponía triste que Alexander pudiera malinterpretar eso, lo había visto en sus ojos en el restaurante, dolor al saber que sus hermanos mayores y su sobrino estaban más relacionado con él, no quería que lo culpara de aquello como lo estaba haciendo con las demás situaciones y lo peor no quería salir herido, tenía miedo del ojiazul a pesar de que trataba de recordar que Alexander no era así, el miedo le ganaba.

— Alexander viene en camino, quiere acompañarnos— dijo Jace.

El ojiazul estaba planeando algo y Magnus lo sabía, pero no quería demostrar su preocupación cuando el chico a pesar de eso se estaba acercando de a poco a su familia, solo iba a tener que esperar para ver qué le esperaba.

Primer Amor. •Malec•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora