Capítulo 19:
En ese momento era un poema de emociones. Esa noche no había ni luna ni estrellas a la vista y ni siquiera podía dar una de esas sonrisas forzadas que se dan cuando la persona que te cae mal te hace plática.
Se sentía devastado por el hecho de haber terminado una relación de años con la persona que le demostró que le quería incondicionalmente, pero, por otra parte, estaba un poco feliz porque a pesar de las cosas, el terminar con la chica había sido mejor, era por un bien mayor.
—Decime, ¿qué te pasa, cariño? —en su voz se notaba la preocupación que le provocaba ver al chico serio y que llegara de un momento a otro, sin siquiera avisarle.
—Jazmín... —respiró profundo —¿podemos ir a tomar un café? —ese era el primer paso para la ruptura.
«Despedirla con un café... ¡Qué original!», pensó mientras ella asentía a su propuesta.
Ella se notaba preocupada mientras caminaba a su lado, mientras él solo podía pensar en el cómo le diría que dejaran su relación. ¡Por Dios, eso era difícil! Pero estaba convencido de que era lo mejor. Sí, lo era. Lo sería.
Ella se sentó frente a él y lo miró con ojos interrogantes. Sin duda estaba desesperada, y si le preguntaban a él, él solo estaba que se moría de nervios.
—¿Sucede algo, Simón? —se atrevió a preguntar. No quería imaginarse lo peor, pero ¿qué otra cosa se podía imaginar?
—Jazmín, yo... —quiso tomar su mano por encima de la mesa, pero ni siquiera eso pudo hacer. No se sentía digno.
—Simón, me estás asustando —siguió al ver que él parecía no poder.
—No sé por dónde empezar —cerró los ojos fuertemente.
—El principio es una buena opción —le sonrió, aunque le costaba hacerlo. Ella sí se animó a tomarle las manos ya apretarlas con cariño —. ¿Qué te pasa, cariño? —desde ahora empezaba a sospechar que no era nada malo. No. Simón era muy penoso, y siempre se ponía de aquella manera cuando quería preguntarle algo sobre su relación.
En un fugaz momento recordó cuando le pidió que fuera su novia. Estaba igual de nervioso de lo que estaba ahora. Es por ello por lo que comenzó a sospechar que lo que le diría, era algo muy bueno, algo como pedirle matrimonio.
Se comenzó a emocionar y decirse a sí misma que se haría la sorprendida, pero no sería del todo real, porque ya lo tenía previsto. Pero claro, le emocionaba la idea de casarse con el mexicano. Lo amaba. Lo amaba demasiado.
—He pasado muy buenos años de mi vida al lado tuyo, Jaz —le estrechó los nudillos contra sus labios.
Ya había comenzado y no darse de baja a la mitad del camino.
—Lo sé, yo también puedo decir lo mismo —sonrió emocionada. Sí, el camino iba por donde ella creía. Sudaba de la emoción.
«¡Y ahora me dirá que quiere pasar todos los años que le restan a mi lado!», pensaba la pelirroja mientras estaba que saltaba en una uña por dentro.
—Siento que... —suspiró hondo y su corazón se aceleró a mil —. Jazmín, tú y yo...
—Simón, lo acepto —soltó de golpe emocionada.
—¿Aceptas? —preguntó sacado de honda, olvidando su nerviosismo.
—Sí, por supuesto —le sobó la mejilla con sus manos —. La relación entre nosotros... —pero él se le adelantó.
—Ha sido muy buena, ha ido bastante bien desde que empezó, pero me di cuenta de que lo que siento por ti ya no es igual que al principio, y me alegro mucho de que lo comprendieras. Lo mejor era dejarlo hasta aquí —y todavía fue tan descarado de besar de nuevo sus nudillos.
El alma se le fue al diablo. Eso era, definitivamente, todo lo contrario, a lo que se esperaba escuchar de la boca del chico. ¿y la propuesta del matrimonio? ¿Y el anillo?
Eso le pasaba por adelantarse a las cosas. ¿Cómo pudo ser tan tonta y llegar a pensar que lo que le pediría sería matrimonio? Pero no era culpable, él nunca le demostró que no la quería, que se sentía incomodo a su par. ¿Por qué le salía con esto hasta ahora? ¿Por qué cuando estaba más enamorada de él que nunca? Ella se enamoraba del chico todavía más cada día pasado.
—Dejarlo hasta aquí... —susurró asimilándolo. No quería hacer parecer que le estaba doliendo. Sin embargo, era imposible no hacerlo. Le dolía, muchísimo.
—¿Tú también te sentías igual que yo? —preguntó curioso.
—Yo... —sonrió amargamente —. Vos, Simón, siempre has sido muy bueno conmigo, siempre te has acordado de las fechas importantes en nuestra relación, siempre estuviste para mí cuando te necesité y en cada aniversario, estabas esperándome con un regalo o una cena. Pero... —quería llorar. Todo lo que le decía era verdad, lo malo, que es que había sido tan ciega para no darse cuenta de las cosas, o tan tonta para no creer en ellas —. Pero nunca me dijiste un «te amo, Jazmín». Hasta hora me doy cuenta de que, las cosas que hacías, las hacías por obligación —sin poder evitarlo, más de una lágrima se deslizó por su rostro.
—Jazmín, yo te aprecio, te aprecio mucho, pero... —ahora fue a él a quien le robaron la frase.
—Pero no me amás, simplemente nunca lo has hecho —se levantó de la silla y lo miró a los ojos —. Te deseo todo lo mejor, Simón —y después de aquellas palabras, se fue dejando al chico con el sentimiento de la culpa recorriéndolo como la sangre recorre sus venas.
—Y lo peor que todo, es que tiene razón.
Se levantó de su asiento, dejó unos cuantos billetes en la mesa y salió a paso lento camino a casa, lugar donde encontraría a Ámbar, la que, probablemente ya estaría dormida.
A pesar de lo que había pasado, a pesar de las palabras lastimosamente verdaderas de su ex novia, se sentía liberado. Ya se había quitado un peso de encima sabiendo que no le estaba siendo infiel a Jazmín por querer a otra persona mientras estaba en una relación con ella. Lo mejor era y fue, terminar con esa relación. Sin embargo, lo problemas no eran una cosa que se hubieran acabado, ahora el problema era la rubia. ¿Cómo se suponía que la miraría después de lo sucedido en el parque? Sería tan descarado de ir y decirle: «Hola, Ámbar, estoy enamorado de ti, ¿quieres ser mi novia?». No, eso no era normal y no era nada caballeroso. ¿Qué pensaría de él? Que apenas terminó una relación y ya iba en busca de otra conquista. No, esa no era una imagen que se tenía de él mismo.
Sin siquiera ser consciente del tiempo, ya estaba frente a la puerta del edifico en el que tenía su departamento, donde un señor ya entrado en edad, le abrió la puerta dándole amablemente pasada. Agradeció con un ademán de cabeza y se fue directo hacia el ascensor.
Todavía estaba afectado por lo sucedido hace unos pocos minutos. Pero estaba seguro de que no era algo para no poder superar nunca. Pero claro estaba que, posiblemente, él ahora no sería una fresita en dulce para la pelirroja que lo había dejado en la cafetería.
Fue hasta el cuarto de la chica rubia, lo último que quería ver aquella noche antes de dormir, sería el bello rostro de ella durmiendo de manera angelical. Y lo haría. Pero la vería hasta incluso en sus sueños, de eso, no cabía lugar a dudas.
Continuará...
Cumplan las reglas para que lean el siguiente capítulo mañana.
@cristivp me dijo que recomendara su historia «La Bella y la Bestia». Vayan a leerla y voten si le gusta.
Besosss
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Temor |SIMBAR|
Фанфик-Tengo miedo... -le dijo entre lágrimas. -Yo haré que olvides todo por lo que pasaste -la abrazó mientras sobaba su cabello. Ella no conoce el amor verdadero. Él le enseñará que la vida no es como ella la pinta. Ella no se quiere enamorar. Él s...