Capítulo 36:
¿Por qué lo hacía? Porque dolía.
Dolía el hecho de tenerla ahí frente a él como si nada, como si no hubiese habido una historia detrás de su rostro lleno de fingida preocupación.
—Simón, ¿Qué te sucede? —preguntó con temor. Ignorando que el agarre del muchacho la estaba lastimando.
—¿Qué me sucede...? —repitió con una sonrisa dejada y sarcástica —. Tú. Tú me sucediste, esto, ESTA MIERDA, no hubiera pasado de no ser por tu maldita culpa —se separó de ella y se agarró el cabello —. Toda esta desgracia se debe a ti.
—¿Qué dices...? —lo miró aterrada. Ese no eral el Simón que ella conocía. Definitivamente no era él.
—Simó, tranquilízate —habló Luna acercándose a él y tomándolo de los hombros y viéndolo con pena a la cara —. Toma asiento, cálmate...
Simón la hizo a un lado de la forma menos brusca que pudo y miró a la rubia con ojos de furia —No. No puedo tranquilizarme si ella está aquí, todo lo que pasó es tu culpa, Ámbar, mejor vete antes que haga algo de lo que pueda arrepentirme...
—¿Ámbar? —interrumpió Luna viendo a la chica rubia que estaba viéndolos con lágrimas en sus ojos —. Tú eres...
—Yo no soy nadie —se echó un mechón de cabello hacia atrás de su oreja y pasó limpió su mejilla que estaba mojada por lágrimas —Simón tiene razón; lo mejor será que me vaya.
—¡VAYA! —gritó el mexicano —Al fin, una buena decisión. Pero mejor hubiese sido que no hubieras venido —tomó la mano de Luna y la presionó —. Mejor hubiera sido que no hubieras aparecido en mi vida.
A la rubia le hería cada comentario del chico, porque justamente para eso estaban hechos, volaban de su boca hasta sus oídos con el único propósito de dañarla. Y lo peor de todo, es que se lo merecía. Porque eran verdad.
—Adiós, Simón —quiso sonreír, pero ni siquiera pudo hacer una mueca parecida.
La rubia caminó con la esperanza de que el chico la detuviera, que le dijera que se quedara, que lo abrazara y que le dijera que la necesitaba, ahora más que nunca. Pero nada de eso sucedió.
Lo que esperaba que el chico le dijera, era más bien lo que ella quería decirle a él. Porque en realidad lo necesitaba. Pero ese sentimiento lamentablemente no era mutuo.
—Creo que has sido un poco duro con ella —susurró Luna acariciando su cabello.
—Se lo merece, lo que dije es verdad.
La castaña no quiso seguir discutiendo el tema, sabía que su amigo lo decía solamente porque estaba dolido. Lo conocía y no era así, no era de echarle la culpa a nadie. Los sentimientos se le habían cruzado y los descargó con la chica. O tal vez solo era el rencor que tenía guardado por la desilusión que tuvo con la ojiazul.
Dos semanas pasó desde el suceso de la tragedia, Luna estaba preocupada por su amigo, el chico estaba tirado a la depresión, y eso no llevaba a nada bueno. Todas las noches, luego de salir del trabajo, cruzaba la calle para ir a verle y pasar siquiera un momento con él. Y, aunque el muchacho tratara de portarse sonriente y tranquilo, sabía que no era así, todo lo hacía para no preocuparla.
—Hola, Nina, ¿qué tal? —saludó la castaña jugando con sus dedos.
—Luna... todo bien, ¿pasó algo? —respondió la otra chica del otro lado de la línea telefónica.
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Temor |SIMBAR|
Fiksi Penggemar-Tengo miedo... -le dijo entre lágrimas. -Yo haré que olvides todo por lo que pasaste -la abrazó mientras sobaba su cabello. Ella no conoce el amor verdadero. Él le enseñará que la vida no es como ella la pinta. Ella no se quiere enamorar. Él s...