Capítulo 30

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Capítulo 30:

—Necesito saber algo —pronunció el castaño para romper el hielo entre los dos.

—¿En serio? Juraría que lo sabías todo —mencionó con sarcasmo, rodó los ojos y se llevó la copa a los labios.

—Hablo en serio, tonto —lo miró serio.

—Habla entonces —ordenó poniendo la copa a unos centímetros lejos de él.

—¿Cómo se llama la chica nueva? —sonrió como tonto.

El chico con el traje gris pulcramente acomodado en su bien formado cuerpo no pudo contenerse a una buena carcajada y mirar con diversión al modelo, quien lo miró con odio como diciendo que hablaba en serio.

—¿Es en serio? —preguntó a media risa.

—¿Me ves riéndome? —ahora fue él quien rodó los ojos con fastidio.

—Si quieres acosarla como haces con todas mis empleadas desde ahora te digo que mejor te olvides de esa idea, a mi asistente se le es difícil estar consiguiendo empleadas a cada semana —se puso serio, pero no lo estaba, solo fingía.

—No sé por qué se van, cualquier chica daría hasta su vida solo porque yo les lanzara uno de mis piropos —sonrió coqueto —. O por uno de mis besos, tú sabes lo deliciosos que son, cariño —acercó su rostro peligrosamente al de cabello castaño oscuro, a lo que este lo empujó y le siguió la risa.

—Cómo sea, no tengo idea de cuál es su nombre —se llevó una mano al mentón, en gesto de confusión —. ¿Por qué la pregunta?

—Por nada —respondió rápido y bebió de su copa.

Por otro lado, Nina se encontraba ofreciendo su hombro a Ámbar para que esta llorara con liberación. Se lamentaba por tener la muy brillante idea de salir con ella para «poder ver al amor de su vida» y lo que en realidad vio fue que ese «amor de su vida» en realidad no le pertenecía.

—Y... —intentó hablar —¿Estás segura de que era él? —preguntaba con la intención de darle ánimos —. Quizás lo has confundido con otro chico.

—No, Nina... —sollozaba en silencio, pero mientras más silenciosos eran, dolían el doble —. Lo hubiera reconocido entre millones de chicos.

—Bueno, tal vez ella era solo una amiga —sonrió amigable.

Ella sabía que los amigos no se besan en la boca. Pero sus intenciones eran buenas al intentar animarla y, tal vez, hacerle creer que lo que vio fue equívoco.

—A esa chica también la reconocería —suspiró dolida. En verdad dolía, justo como cuando sientes que miles de púas afiladas se enredan en tu piel y te desgarran poco a poco. Pero esas heridas de ahora no era superficiales, y sinceramente, preferiría una herida cualquiera, a una herida del corazón, como aquella que estaba viviendo —. Ella era su novia, estoy segura.

—Ámbar, de verdad siento que esto es mi culpa... —se lamentó mientras alzaba el rostro dolido de la rubia —. No debí proponerte que fuéramos a hacer esa locura.

—No, Nina —se mordió el labio inferior con fuerza —. Es más, ahora te agradezco. Gracias por abrirme los ojos, ahora sé que Simón no es lo que yo pensé.

—¿Lo que tú pensaste? —cuestionó —¿Qué es lo que pensabas de él? ¿Que era un santo? No, Ámbar, no hay ningún hombre en este mundo que se pueda catalogar de esa forma. Todos se dejan llevar por el primer pensamiento que tienen, todos son unos estúpidos hormonales que lo único que les interesa es el sexo. ¿En verdad crees que todas esas palabritas dulces que él te dijo eran realmente ciertas? No lo eran, y aunque te parezca duro lo que te voy a decir, la verdad pienso que él solo te dijo lo que te dijo porque solo quería una noche contigo, y cuando la obtuvo se buscó a otra —posó sus dos manos en los hombros de la mujer frente a ella —. Quizás lo mejor sea que te olvides definitivamente de él. Si te hizo sufrir es porque no te quiere, si te cambió por la primera que pasó frente a él, es porque no sabe amar.

Temor |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora