Capítulo 43

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Capítulo 43:

Ladeó la cabeza desconcertada por la propuesta que acababa de escuchar y todavía le parecía imposible que, al momento de ordenar las ideas, lo que planeaba saliera bien. Es que, con todo lo que había pasado y conociendo a las personas que conocían, todo parecía ir contra ellos, parecían que nadaban contra la corriente.

—¿Estás seguro de que va a funcionar? —le preguntó todavía con dudas. En su rostro se denotaba completamente la seriedad, porque lo estaba, no era un juego, pero sabiendo eso, todavía le tomaba trabajo creerlo o asimilarlo.

Él suspiró con fuerza y luego dejó salir el aire con resignación —No. Seguro, no estoy, pero no hay que descartar la posibilidad de que pueda funcionar ¿a que sí? —medio sonrió para calmar la angustia que se iba formando en toda ella.

—¿Y ya hablaste con ella? —cuestionó imaginándose que la respuesta sería una negativa.

Arrugó la cara ampliando su sonrisa cuando vio que ella rodaba los ojos porque de antemano sabía la respuesta —¿No...? —susurró para luego apresurarse a seguir con su excusa —Pero se lo diré y estoy seguro de que lo aceptará. No te sofoques, nadie sospechará nada...

Se encogió de hombros y puso en blanco los ojos para después mirarlo fijamente —Mira, si todo esto sale mal o se vuelve en vano, te juro que me regreso, no sé cómo, pero de que me regreso, me regreso, y te corto el pene y sin anestesia —lo apuntó con su dedo acusador y se levantó de la silla para caminar luego hacia la puerta.

Se carcajeó por lo bajo. Siempre le había gustado el carácter de esa chica, pero, sobre todo, lo que le gustaba de ella, es que terminaba creyendo en él a pesar de las dudas que se le pudiesen cruzar por la cabeza.

—Yo también te quiero —pronunció como si los dos aún estuviesen frente a frente.

Por otro lado, un chico de cabello castaño claro se encontraba frente a una chica que miraba fijamente su teléfono móvil haciendo como que miraba algo interesante, pero sabía que él la observaba, solo que no quería dirigirle la mirada porque, a pesar de que las cosas entre ellos estaban aclaradas, todavía le daba vergüenza verlo a los ojos sin sonrojarse por nada.

—¿Por qué no me miras? —le preguntó sonriendo angelicalmente ante la inocencia de la morena.

—No lo sé... —le respondió susurrando sin siquiera levantar la mirada.

—¿Por qué no lo sabes? ¿Te doy miedo? —se rio de sus propias palabras mientras notaba que ella se hacía pequeñita en su lugar.

—No, no lo sé y no, no me das miedo, solo no lo sé ¿sí?

—Eres una persona muy curiosa, lo sabes ¿cierto? —volvió a sonreír con gracia al verla jugar con sus dedos.

—Soy una persona extraña... —habló diciéndose a ella misma —. Eso sí lo sé.

—Y no es que sea malo, es solo que, cuando te conocí eras muy esquiva, agresiva, indiferente... —recordó esos momentos y amplió su sonrisa hasta que unas ralas líneas se formaron cerca de sus ojos —. Ahora eres tímida, completamente diferente. No sé de qué forma me gustas más.

Entonces ahora sí alzó la mirada, tomando el valor para verlo a los ojos, después de todo, no era algo que no hubiera hecho ya antes, es solo que al momento en que sucedían las cosas, para ella era fácil olvidarse que había un alrededor, que había un mundo a parte de ellos dos. El problema estaba cuando llegaba el momento de separarse y encontrarse de nuevo, porque era como sentir vergüenza por algo que hiciste en un momento de locura, pero recapacitar y sentir que esa persona de antes no eras tú.

Temor |SIMBAR|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora