Una zorra estuvo a punto de caerse cuando saltaba sobre unos montículos. Para no perder el equilibrio, se agarró a un espino y sus púas le hirieron las patas.
Lamiéndose las llagas, dijo al espino:
–Te pedí ayuda y ¡mira cómo me has herido!
Y el espino respondió:
–¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí; bien sabes lo bueno que soy para enganchar a todo el mundo!
★★★★★★Moraleja: Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer daño