Cierto día, el gallo más comilón del gallinero se paseaba por la granja buscando algo que llevarse al pico.
No tenía suerte, porque los pollitos habían acabado ya con los granos de maíz.
Entonces, casi enterrada en la tierra, encontró una hermosa y valiosísima perla.
El gallo, sin embargo, se apenó:–¡Qué lástima, haberte encontrado! Ni yo puedo ser de provecho para ti, ni tú me sirves de nada.
★★★★★★
Moraleja: Por falta de preparación se desprecian las cosas más valiosas