Una cierva perseguida por unos cazadores se refugió en una viña. Cuando los hombres empezaron a alejarse, la cierva, creyéndose bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubrían.
Los cazadores, al ver que las hojas se movían, pensaron que allí se escondía algún animal.
Dispararon sus armas e hirieron mortalmente a la cierva.Sus últimas palabras fueron:
–¡Lo tengo merecido, pues no debí haber hecho daño a quien me estaba salvando de una muerte segura!
★★★★★★
Moraleja: Sé agradecido con quien te ayuda