Una ingenua luciérnaga se paseaba por el jardín. Muy cerca de ella, un sapo se moría de envidia al ver su suave brillo. En cuanto la tuvo a su alcance, la atrapó entre sus patas.
Ya casi muerta de asfixia, la luciérnaga le preguntó:
–¿Por qué me haces esto? ¿Qué te he hecho yo para que me trates así?
Y el sapo repuso:
–¿Por qué brillas de ese modo? Eso es para mí la mayor ofensa.
★★★★★★Moraleja: cuídate siempre de los envidiosos
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