Un murciélago aturdido cayó de cabeza en el nido de una comadreja que detestaba a los ratones.
–¡Ahora verás, ratón despreciable! –le dijo furiosa.
–¿Ratón yo? –contesto el murciélago–. ¿Acaso no ves mis alas? ¡Soy un pájaro!
Gracias a ello salvó su vida. Al poco, cayó en el nido de otra comadreja que aborrecía a las aves, y ésta le amenazó:
–¡Cuidado conmigo, pajarraco!
–¿Pajarraco yo? –replicó el murciélago– ¡No tengo plumas; soy un ratón!
Y así también pudo salvar su vida
★★★★★★Moraleja: Es bueno saber adaptarse a las circunstancias