Estaba pastando una cabra al borde de un precipicio.
Un lobo que pasaba por el camino, como no podía llegar hasta ella, le dijo:
–Oye amiga, mejor baja, porque te puedes caer de ahí. Por otra parte, mira este prado: está muy verde y crecido; ¡aquí sí podrás comer a gusto!
Pero la cabra replicó:
–Bien sé que no me invitas a comer a mí, sino a ti mismo.
★★★★★★
Moraleja: Los engaños de los malvados son inútiles con quienes conocen su condición
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