Un lobo muerto de hambre se admiró del buen aspecto de un perro fuerte y gordo.
–Si me sigues, estarás tan fuerte como yo –dijo el perro–. Sólo tienes que adular a los de la casa y complacer al amo.
Él te dará sabrosos restos.Marcharon juntos y, en el camino, el lobo vio el cuello con heridas de su compañero.
–Es de la argolla con que me atan –le explicó el perro.
–¿Atado? –exclamó el lobo– ¿No puedes correr por donde quieras? Pues a ese precio no quiero ni el más rico tesoro.
★★★★★★Moraleja: No vendas tu libertad a ningún precio