Dolorosa indecisión

3.4K 421 218
                                    

La noche le había cedido el paso al día mientras Maia yacía sobre su cama con los ojos abiertos de par en par

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche le había cedido el paso al día mientras Maia yacía sobre su cama con los ojos abiertos de par en par. Se había pasado la madrugada entera dando vueltas bajo las sábanas, entre breves lapsos de sopor, monólogos susurrados y largos suspiros. Por ratos, la chica liberaba carcajadas hasta que le dolían los músculos del abdomen. Parecía que su cuerpo entero era un pozo infinito repleto de risas. Sin embargo, llegaban algunos momentos de angustia en que no podía detener la aparición del llanto. Ni siquiera ella misma era capaz de explicar con precisión lo que estaba sintiendo. La caótica mezcla de emociones que había estado retenida en su interior durante días por fin encontraba una vía de escape.

Estar junto a una familia amorosa y contar con círculo de amigos leales eran cosas muy comunes para un sinnúmero de gente que sin duda alguna lo apreciaba. No obstante, había quienes considerarían todo aquello como algo secundario y hasta innecesario a la hora de encontrar la felicidad. Incluso la joven López había llegado a pensar de esa manera. Sin doña Julia a su lado, la existencia se había convertido en una cadena interminable de sinsabores. Rocío se mostraba generosa y vivaz, pero no pasaba de ser apenas una pálida sombra de lo que había sido su verdadera madre. La muchacha estaba convencida de que permanecería sola por el resto de sus días.

¡Qué gran equivocación! La violinista no tenía presente que la vida suele dar espectaculares giros acrobáticos cual artista circense justo en el momento menos esperado. Jamás hubiese creído que los tristes conciertos nocturnos frente a la tumba de su mamá podrían traer consigo más de una grata sorpresa. Desde el instante en que el camino de Maia se entrelazó con el de Darren y con el de Jaime, un tórrido aguacero de sonrisas y cariño sincero había comenzado a erradicar la aridez en su entumecido espíritu. La muchacha ahora estaba redescubriendo el hermoso privilegio de dar y recibir afecto.

Y como si el hecho de haber encontrado amigos verdaderos no fuese suficiente motivo para alegrarse, otro valioso regalo imprevisto había sido incluido en el paquete que recibió la joven artista. Con la delicadeza y celeridad del amanecer en medio de un cielo despejado, la calidez en la esencia del joven Pellegrini había logrado disolver gran parte de las glaciales dagas de melancolía que tanto lastimaban a la chica.

Sin importar cuánto se había esforzado ella por mantener intacta la coraza de indiferencia en torno a su corazón, esta terminó por resquebrajarse. Con sedosos pinceles hechos de bondad y ternura, Darren estaba devolviéndole los colores al lienzo monocromático en que se había convertido la realidad de Maia. De su cariño nacían paisajes tornasolados al óleo que animaban los días de la violinista. La iridiscente constelación en el alma dormida de la muchacha no se había extinguido del todo. Poco a poco, la jovencita estaba resucitando las estrellas moribundas que todavía titilaban en las profundidades de su ser.

Ni siquiera lograba encontrar un término adecuado para abarcar todo lo que Darren significaba para ella. Aunque el muchacho la atraía mucho en sentido físico, aquello en sí mismo no lo hacía especial. Él era distinto porque había aprendido a descifrar el complicado lenguaje de su corazón herido y, asimismo, sabía exactamente qué hacer para repararlo. Maia percibía una poderosa conexión entre ambos que iba mucho más allá de los besos y de las caricias.

Sonata de medianoche [De claroscuros y polifonías #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora