Eran las ocho de la mañana cuando Maia despertó. El desgaste por el shock la había hecho caer rendida de cansancio. Tras mirar la fotografía de Darren en la pantalla del teléfono del señor Escalante, su percepción de la realidad se distorsionó. Ni siquiera se había percatado del momento en que el sueño absorbió todos sus sentidos por completo. Al abrir los ojos, el rostro amable de Rocío fue la primera imagen que se anidó en sus pupilas.
—¡Buenos días, linda! ¿Cómo te sientes? —preguntó la mujer, al tiempo que se acercaba para tomarle la mano.
La chica estaba algo desorientada, pues cada vez que su cerebro se sumergía en el mundo de los sueños, perdía la noción del tiempo y el espacio por un momento. Era como si el subconsciente intentara protegerla al repeler los recuerdos tristes de la noche anterior. Sin embargo, no existía ningún método o fórmula mágica alguna para arrancar al joven Pellegrini de su mente y de su alma. Tendría que conformarse con fingir que nada malo había sucedido.
—Me duele el cuerpo. Me siento como si hubiera corrido durante toda la noche sin parar —contestó ella, tras lo cual bostezó.
—Necesitas descansar, pero me refiero a descansar en serio. El estrés te está haciendo mucho daño.
—Todavía tengo que practicar para el concierto de la gala final. He estado muy floja con eso y no debería ser tan confiada. Después del concierto, prometo que voy a descansar de verdad.
—Maia, no estás en condiciones de aguantar más presión. ¿Tienes idea de lo peligroso que sería si vuelves a tener problemas con tu corazón? Te has estado exigiendo demasiado en estos días.
—Esa beca es muy importante para mí. ¿Cómo podría renunciar ahora? No voy a dejar ir la oportunidad de ganarla.
—Sé lo importante que es este concurso para tu carrera y para tu futuro. Te entiendo mejor de lo que imaginas. Pero si no cuidas de tu salud, no vas a poder estar ni en este ni en ningún otro certamen.
—Puedo manejar el estrés, ya lo he hecho antes. Estaré bien, no te preocupes.
—Maia, por favor, no intentes minimizar las cosas. Tienes la presión arterial muy alta y recién estás recuperándote de un preinfarto —La mandíbula de la mujer se tensó—. Matías me contó que anoche tuviste dos ataques de ansiedad. ¿Sabes lo perjudicial que eso en un estado tan delicado como el tuyo?
—También puedo aprender a manejar mejor mis emociones. Si no me altero tanto, no tendría por qué haber riesgos, ¿cierto?
Rocío miró a la chica por varios segundos antes de abrir la boca de nuevo. Tenía ganas de regañarla con severidad, pero sabía que eso no funcionaría. La joven López era mayor de edad, no podía obligarla a hacer nada que no quisiera. Además, una pelea entre ambas podría afectar su estado de ánimo y hacerla empeorar. Maia era como la hija que nunca tuvo, así que la cuidaría de la mejor manera posible.
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Sonata de medianoche [De claroscuros y polifonías #1]
General FictionMaia toca el violín a la medianoche. Darren se despierta escuchándola. El amargo secreto que los une está a punto de revelarse. ¿Podrán soportar la verdad? ...