Diecinueve

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— Nate — Le gritó su padre sobre los truenos.

ÉL se levanto de golpe y automáticamente les apunto con la pistola, pese a lluvia los pudo reconocer a la perfección.

—¿Qué haces aquí? — Les gritó — Déjenme ya… ustedes no entienden.

— Intentaremos hacerlo, Nate.

—  No lo harán… nunca lo han hecho, no comprenden — Gritó.

— Si lo haremos, Nate — Le dijo su tío.

Los miró fijamente, Arthur intentó no deshacerse ante esos ojos verdes oscuros y encharcados de Nate, tenía la misma mirada que Marfil antes de morir,  cerro los puños para contenerse e intentar controlar la situación.

— Déjenme — Les gritó — Realmente aléjense, no pueden entender lo que paso…Alice estaba embarazada y... — No pudo continuar, su voz fue cortada por un llanto imparable, las manos le empezaron a temblar y ya no apuntaba bien — La perdí junto con ese bebé que no voy a conocer.

— ¿Podrías bajar la maldita pistola? — Le exigió su padre.

Arthur tenía que seguir autoritario, demostrar a Nate que seguía siendo la voz líder pese a que en el fondo estaba tan asustado por lo que podía pasarle a si hijo.

Nate la bajo, Arthur se sintió alagado pues aun si hijo lo seguía obedeciendo pese a la horrible e indeseada situación.

— Deja de jugar, Nate — Continuó exigiéndole su padre — No me hagas enojar, ya perdí demasiado tiempo con esto tan tonto.

Nate lo fulminó con la mirada de forma atemorizante, su respiración se acelero y las manos le empezaron a temblar y lo miro con tanto coraje que Arthur se sorprendió.

— Claro, papá

Entonces Arthur sintió que la vida se le iba en ese instante, el miedo lo invadió y le costó trabajo mantenerse de pie al ver como su hijo se colocaba con lentitud la pistola en la cabeza, la mano le temblaba tanto que en cualquier momento el podía dispararse, Nate los miro con coraje, y en esos ojos verdes demostraba el valor que tenia, él era muy capaz de quitarse la vida.

Arthur tenía que tener la cabeza fría, pensar bien lo que diría para evitar que Nate cometiera la peor de las locuras, pero no podía sentirse tranquilo al ver a su hijo con una pistola en la cabeza y el rostro lleno de seguridad sin olvidar esos ojos verdes que lo miraban fijamente con tanto coraje.

— Nate… — Dijo su tío.

Pero Arthur hizo ademan para que se callara, no podían decir nada estúpido que pusiera en riesgo la vida de Nate.

Arthur tenía que sentirse como Nate se sentía, intentar comprender que pasaba por su mente en esos momentos y así poder evitar que su hijo cometiera ese grandísimo error que imparte era su culpa.

— Disparate — Le dijo Arthur.

James y Jea Paul se sorprendieron tanto ante lo tontamente dicho, pero Nate no lo estaba, lo único que pudo hacer era sonreír pues él espera eso de su padre, eso y mucho más, Nate era una vergüenza para Arthur que a él n o le importaba nada de lo que le pasaba.

— Lo haré — Gritó Nate con el cuerpo tenso y la mano temblándole — Nunca pudiste comprenderme ni un poco — Le reprochó con coraje.

— No tienes el valor — Le dijo — Si no ya lo hubieras hecho.

—  No estás ayudando — Le dijo su hermano al oído.

—  Vámonos ya, Nate.

— Me quedo con Alice.

París en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora