París en invierno

Veintiuno

— Te has recuperado mejor de lo que imaginé — Le dijo la psicóloga a Nate.

Nate sólo sonrió, llevaba días de terapias intensas, citas de larga duración, cuestionamientos incómodos… medicamentos, ya era momento de que él se sintiera seguro y libre de cualquier culpa que lo atormentaba, habló con la familia Monett, él pensó siempre que lo odiaban por lo ocurrido cuatro años atrás pero no era así en lo absoluto, durante un día entero Nate se había quedado en casa de los Monett, juntos recordaban cosas del pasado, todo referente a Alice, fotos, videos, todo lo que en el pasado le dolía, ese día  le era divertido, ver videos de Alice y América de pequeñas, su estancia en Europa, sus últimas vacaciones, sus problemas escolares, sus logros, la boda trágica que ahora había quedado en un triste recuerdo que, afortunadamente no le dolía, él estaba listo para una nueva vida, una vida tranquila y lejos de dolor, por fin, después  de tanto tiempo, Nate había  superado la muerte de Alice, comprendió que él no tenía la culpa de absolutamente nada de lo ocurrido aquel día, el estaba bien y sólo necesito casi dos meses para entenderlo, se dejó ayudar, se dejó querer y gracias a eso pudo superar aquel terrible trauma.

Un día entero n la casa de los Monett, en desayuno, comida y casi la cena, una convivencia inigualable, entre risas y escasos momentos tristes, los Monett recordaban a Alice en buenos recuerdos, jamás culparon a Nate de lo ocurrido, él la había hecho feliz hasta el último día de su vida y por ese motivo no podían odiarlo nunca, en cambio Nate tras años de sufrimiento, vio la situación como ellos, sin culpas,  sin dolorosos recuerdos, sin dañinos sueños, sólo era él, sin más, sin dolor, sin nada del pasado, Nate Valentine estaba listo de retomar  su vida desde un principio, un  nuevo camino, un mejor futuro y en ese futuro feliz y encantador estaba solamente Annie, Nate Valentine sólo  veía como método de vida a Annie Watson.

Eran justo las ocho de la noche y terminaba de cenar en la casa de los que siempre lo habían considerado parte de su familia, una cena tranquila y llena de risas, un poco de leche y galletas para postre, los Monett eran una familia fuera de serie, una familia que pese al pasado siempre iba a ser su familia, eso Nate lo sabia, los Monett habían aceptado hablar de Annie en la cena, Nate les había contado todo lo ocurrido los últimos meses, entre caras de sorpresa y gestos de desaprobación ante su comportamiento con ella habían sido parte de esa platica, la señora Monett quería conocer a la chica mencionada, Nate sólo reía ante todo lo que ellos decían, bromas graciosas cuando se podía pero caras serias cuando lo ameritaba, prácticamente, Annie ya era parte de la familia Monett si siquiera conocerla, pero Nate no podía dudarlo, ella era impresionantemente adorable, no necesitaban conocerla para poder quererle.

— Yo te hubiera pateado si me hubieras tratado así — Le dijo América.

—  No sabía cómo tratarla, ella siempre estuvo ahí.

— Insisto, cariño, debes traerla — Recalcó la señora Monett

— He querido ir a verla, pero… estoy seguro que ahora me odia.

— Tonterias — Exclamò la señora Monett — Eres difícil de odiar — Sonrió — Si la amas como dices… ve y búscala, ¿O no tienes motivos para hacerlo? 

— De hecho… creo que hay uno.

— ¿Y no te basta?

— América, si yo te hubiera hecho todo eso… ¿Ahora quisieras verme?

—  Si te amo realmente… primero te pondría reglas y luego escucharía tu argumento y si me convences… si--- sonrió.

—  El reloj corre, Nate, no serás joven por siempre —  le dijo el señor Monett — No desperdicies otros 4 años.

                          ❄❄❄❄❄

— ¿En verdad no quieres venir? — Le preguntaron sus amigas a Annie--- te divertirás.