Capítulo trece

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Tiempo después de que Lily se fuera yo seguía aún con una sonrisa en mi rostro. Era inevitable, la chica me hacía feliz. Estaba acomodando mi ropa en una maleta para mi viaje del próximo fin de semana a Siberia cuando sonó mi celular, frunciendo el ceño miré el “número privado” que aparecía en mi identificador de llamadas.

-¿Hola?-Llevé el aparato contra mi oreja y tuve que poder los ojos en blanco cuando escuché una conversación rusa en el fondo.

-Hola Alexei-Me dijo cuando terminó de hablar con quien sea que estaba hablando-Me alegra que contestaras.

-Estoy un poco asustado ¿cómo conseguiste mi número?-Y eso era bastante extraño, ya que había comprado ese celular un par de meses atrás y bajo el nombre de Adam Luvkosky, por lo que era casi imposible que lo supiera.

-Oh Alexei, ¿olvidas que soy rico? Puedo conseguir esa información fácilmente-Si podía conseguir eso, ¿sabrá ya a lo que me dedico? ¿Por qué no me ha preguntado?-Sólo llamé para asegurarme de que no hayas cambiado de opinión.

-Sigo pensando igual, te acompañaré a Siberia-Agarré el celular con desconfianza, esperando cualquier grito varonil de alegría, pero sólo escuché su suspiro de alivio.

-Grandioso, te recogeré a ti y a tu chica en tu casa el viernes en la madrugada, trae mucha ropa caliente-Miré mi maleta media echa y llena de camisetas. Al parecer tendría que volver a empezar-Te mandaré un mensaje de texto con el número de mi celular y el de Sergei, mi guardaespaldas y ex detective privado, creo que lo conociste.

Traté de hacer memoria y vino a mi cabeza la imagen de un hombre alto y calvo, fuertemente constituido, con músculos donde yo no esperé nunca que hubieran.

-Está bien Nikolai, estaremos listos-Él volvió a suspirar y solo así supe que si estuviéramos de frente en estos momentos; estaría asfixiándome entre sus brazos.-Nos vemos luego.

-Adiós hijo-Segundos después de que colgué,  recibí el mensaje con los dos números de teléfono. Poniendo mis ojos en blanco de nuevo y riéndome suavemente, volqué mi maleta sobre la cama y volví a comenzar.

Cuando estaba bastante cansado de doblar ropa (los tres abrigos que encontré), decidí revisar mi email. Tenía un mensaje nuevo de  Lyvet, mi jefa. Sentí como mi cuerpo se tensaba de expectación:

“Damián, voy a necesitarte de nuevo esta semana, necesito más de tres trabajos esta vez. Dime si estás dispuesto. Mándame un mensaje inmediatamente con la respuesta.

L.”

 Siempre directa, sin empezar con alguna conversación tribal de “¿cómo estás?” O algo así. Teníamos que tener mucho cuidado a la hora de hablar por estos medios, ya que cualquiera podría meterse a nuestra cuenta; por lo que ella siempre los mandaba desde direcciones distintas y bajo sobrenombres distintos. Preparándome rápidamente le mandé un “sí” y fui a cambiarme. Cuando regresé ya tenía la información que necesitaba.

Imprimiéndolo, saqué mi mp3 del cajón en mi mesita de noche y lo metí en mi bolsillo. Agarré una gorra y con mi mano pasé mi cabello hacia atrás antes de ponérmela.

Pasando mi dedo sobre mi lista de reproducción, decidí que tenía ánimo de System of a Down, colocándome los audífonos, agarré la hoja y la doble, metiéndola junto al encendedor y mi navaja en mi bolsillo. Salí de mi casa y me topé de frente con Carlos, lo saludé pero el chico sólo balbuceó algo antes de desaparecer. Creo que le doy un poco de miedo.

Salí de mi apartamento y caminé doscientos metros antes de sacar la hoja de mi bolsillo y leerla rápidamente bajo la luz de una lámpara en la calle:

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora