Capítulo diecinueve

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Me desperté de nuevo con un par de ojos azules molestos observándome desde la esquina de la habitación. Giré hacia Lily y enterré mi rostro en su cuello. Ella seguía dormida pero se acurrucó más cerca, poniendo su mano detrás de mi cuello.

Le sonreí somnolientamente a mi abuelo y él entrecerró los ojos en mi dirección. Suspirando me levanté desnudo de la cama y me bajé de esta.

Sentí mi pie hundirse en algo tibio.

Escuché algo que sonó entre un resoplido y una risa, miré a mi abuelo quien tenía de pronto sus ojos llenos de lágrimas contenidas y su mano casualmente en su boca. Lo miré sospechosamente y muy lentamente bajé mi mirada para ver qué era lo que había pisado.

Sentí el techo aplastar mis hombros y apreté mis puños fuertemente. Una caca. Una mierda de perro. Y al ver el bulto peludo escondido debajo de la silla en que mi abuelo estaba sentado, deduje quién era el culpable.

-¡¡¡¡NICO!!! ¡Zaguate cabrón!- el perro salió huyendo por una esquina abierta de la puerta como si el diablo estuviera persiguiéndolo. Mi abuelo estalló por fin en carcajadas mientras Lily se despertaba.

-¿Damián? ¿Qué pasa?-Me miró, sus ojos miel aún con sueño, me sentí un poco mal por despertarla, sin embargo más que nada tenía ganas de irme brincando en un pie y restregar el otro en ese abrigo peludo de mi abuelo.

-Lo siento nena, solo empecé con el pie equivocado-Escuché las risas profundas mezcladas con expresiones alegres en ruso, probablemente estaba diciendo que tan estúpido había sido. Miré a mi abuelo con los ojos entrecerrados y comencé a caminar hacia el baño sin importarme si manchaba más el piso.

-Fíjate en donde pisas niña.-le advertí, no quería que fuéramos los dos los que estuviéramos llenos de mierda de perro.

Minutos después, con mi pie limpio y un muy mal humor, bajé a la cocina donde ya estaban todos sentados. Localicé al perro en una esquina y comencé a caminar hacia él.

- ¿A qué sabrá el caldo de perro? ¿Lo probamos?

Él salió como un fusil al oírme, corriendo con sus patas pequeñas de cachorro y metiéndose por todos los rincones más pequeños. Fue difícil para mí correr detrás de él y cuando estuve a dos centímetros de alcanzarlo, el animal puso sus patas delanteras sobre los muslos de Lily y dejó salir un sollozo lastimero.

Era un descarado.

-¡Aww, hola Nico! ¿Quieres que te alcen? –Lo rodeó con sus manos y lo levantó, inmediatamente el desgraciado se acurrucó en su regazo. Lo miré con los ojos entrecerrados y casi pude decir que él me guiñó un ojo.

Me senté junto a Lily y sentí al perro tratar de brincar entre los reposa brazos hasta poner su cabeza en mi hombro y mirarme con ojos de cachorro degollado. Casi me rendí pero seguí frunciéndole el ceño. Entonces sacó esa lengua rosada y lamió mi mejilla, llorando suavemente.

Suspirando, lo tomé de los brazos de Lily y lo dejé acurrucarse en mi pecho. Él hizo uno de esos suspiros perrunos y colocó su hocico en mi hombro como si fuera un bebé.

Me estaba convirtiendo en un suavecito.

Noté la mirada orgullosa que mi padre le daba a mi abuelo y el pequeño asentimiento de cabeza que recibió. Al parecer el cachorro era otro de sus planes malévolos para convencerme de quedarme. Suspirando acaricié el lomo suave y caliente del animal y este se derritió contra mí. Tuve que comer con una sola mano porque él no se movió más de encima de mi cuerpo por el resto de la comida.

Tiempo después me encontraba descansando en un sillón con la cabeza de Lily acurrucada en mi regazo. Estábamos viendo una película rusa subtitulada, mi padre estaba acostado en otro de los sillones enormes de la casa y mi abuelo intentó ver le película, sin embargo se durmió a los diez minutos.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora