Capítulo veinticinco

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Mi abuelo me explicó que tenía a varios detectives por el mundo buscando cualquier información o error que hayan causado los Bratva para delatar su ubicación.

Me explicó que todos los hombres que estaban acompañándonos, son ex militares rusos especializados en planificación, combate cuerpo a cuerpo, artes marciales mixtas, francotiradores y armas.

Me llevé una gran sorpresa cuando mi padre me dijo que, de hecho, Alexander los había entrenado él mismo. Al parecer no me había equivocado al pensar que mi abuelo había sido militar.

Después de la reunión que habíamos tenido donde revelaba mi maravilloso pasado, cada uno de nosotros nos habíamos separado. En estos momentos me encontraba con mi padre, husmeando por comida en el restaurante.

Al parecer su animosidad por mí había vuelto y ahora me hablaba. Incluso bromeó frente a Alexander sobre la idea de tener una nueva mami, lo que por poco provoca otro ataque al corazón de mi abuelo.

Llevamos nuestros platos de comida hacia el sillón y atacamos como un par de hombres muertos de hambre. A pesar de que Aina había procurado alimentarme adecuadamente, nunca nada me supo más a gloria que el sabor de mi país.

Y lo extrañaba, todo. El olor, el ruido de los carros, el clima caliente y tan diferente del de Siberia y Noruega,  fríos como el culo de un oso polar. Pero extrañaba sobre todo, no poder disfrutarlo con mi niña.

Pensé en ella y traté de imaginar el sitio en que se encontraba, ¿estaría bien? ¿Le habrían hecho daño? Mi corazón saltó ante la idea de una Lily lastimada. No creo ser capaz de ver eso y no perder unos cincuenta años de vida en el proceso. Yo solo esperaba que los hombres de mi padre fueran tan eficaces como él me aseguró.

-Entonces ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo en Noruega? –Miré hacia los ojos azules de mi padre, quién me habló a través de su boca llena, sus mejillas infladas como si tuviera dos pequeñas bolas de golf adentro. Tuve que sonreír hacia él.

-Pues… conocí a una mujer y a su hija, ambas me dieron posada en la casita del árbol de la niña.-Él levantó su ceja hacia mí y sonrió divertido, claramente imaginando la casita de madera toda llena de ponis y cosas rosas. No se decepcionaría, era exactamente así.

-¿Sólo así? “Puedes quedarte allí” y ¿ya?-Acaricié mi labio inferior entre mi pulgar y el dedo índice mientras pensaba.

-Bueno, hacía uno que otro trabajillo para ella, pero eran cosas muy pequeñas, mayormente creo que me cuidó por solidaridad. Y supongo que el que le gustara a la niña, ayudaba.

Él asintió con la cabeza como si comprendiera y tragó el bocado de su boca. –Entonces, ¿te pasaste de niñero y albañil?

-No, también trabajé en el muelle, en un barco de pesca.

-Mmm, no puedo imaginarte haciendo eso. –Sonrió y sus ojos se iluminaron cuando miraron sobre de mi hombro. Siguiendo su mirada, una sonrisa propia se formo en mis labios cuando miré a mi abuelo escabulléndose por un pasillo y metiéndose por una puerta. Siendo seguido de cerca por una radiante y alegre Sra. Schneider-Me gusta esa mujer, nunca he visto a mi padre tan aterrorizado.

Me reí y sacudí mi cabeza.-Siempre pensé que sería maravilloso tener a una abuela como ella. Creo que Dios debió escucharme. Es muy divertida la forma tan decidida que tiene para acosarlo.

-Creo que a mi padre secretamente le gusta. El otro día cuando salió del hospital, dejé salir un pequeño comentario como “¿para qué pagar enfermera si tienes a la Sra. Schneider cuidándote?”, eso provocó que se atragantara con su vaso de whisky y me mirara como si estuviera loco. Pero después, un leve rubor cubrió sus mejillas y estoy seguro que no fue por el alcohol.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora