Capítulo tres

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Ella se fue justo después. Dejándome con una erección lo suficientemente dura para que tuviera que esforzarme por caminar normal sin que se notara y sufriera aún más bochorno.

Tenía que lograr deshacerme de esos sentimientos inútiles antes de mi siguiente trabajo.

Al llegar a mi apartamento me puse mi ropa de noche: negra y elástica. Después pasé por mi cabeza el enorme suéter gris, metiendo el cuchillo en el bolsillo y mi mp3.

Fui hacia mi ordenador, leí la dirección de mi siguiente trabajo y lo imprimí, ya tendría tiempo de leerlo más detalladamente en el camino. Salí de mi apartamento y saludé a la Sra. Schneider, una anciana que vivía al lado y quien siempre piensa que necesito alimentación.

Me moví entre las calles, evitando el contacto de la gente tanto como ésta evitaba el mío. Incluso una señora cruzó la calle para no pasar junto a mí. Saqué de mi bolso mis lentes oscuros y me los puse a pesar de que fuera de noche, nunca se sabía quién podría reconocerte.

Crucé la avenida y saludé con la cabeza a Carlos, un indigente que siempre estaba acompañado de al menos cinco perros y quién compartía con ellos lo que tuviera, así fuera solamente un pedazo de pan.

Coloqué los audífonos sobre mis oídos y subí el volumen de mi mp3, escuchando la canción Psychosocial de Slipknot, con la cual me identificaba. Le di al botón de repetir indefinidamente y apuré mi paso, evitando los lugares en donde sabía que los Zylers rondaban (una de las pandillas más peligrosas de la ciudad y quien su jefe me odiaba por una que otra muerte a su grupo), porque no tenía tiempo para ellos, a pesar de que mi cuerpo ha perdido un poco la condición y no me haría mal patearle el trasero a alguien.

Y se los patearía, no había duda de eso.

Doblé por un callejón y al asegurarme que no había gente alrededor, saqué la hoja arrugada de mi pantalón y leí:

“Douglas Black

46 años de edad

Vive con su esposa Martha de 40 años y su hijo Iván de nueve años.

Límite: 29/09/2015”


Inmediatamente mi mente memorizó los detalles de su rostro, no puedo darme el lujo de cometer errores.

Ojos grises haciendo juego con su cabello, arrugas alrededor de su boca delataban su edad, incluso aunque no era lo suficientemente viejo para morir. Miré su rostro severo y me recordó a algún director de instituto o un abogado, tampoco es que me importara su profesión.

Recé por él y su familia un Padre Nuestro pero había algo allí que seguía preocupándome y es que… mierda, había un niño involucrado, definitivamente no podía proceder igual que ayer con este caso, pero iba a asegurarme que ese niño no presenciara nada del asesinato de su padre.

Al llegar a la dirección miré la casa que se encontraba enfrente. Era una mansión de ladrillos, podría tener suficiente lugar para nueve habitaciones y cinco baños, bastante espacio para una familia de tres personas.

Eso era lo que el dinero hacía, las personas ahora compraban y compraban sin importarle si era una necesidad o no, sólo se dejaban llevar por su codicia y lo material. Silenciosamente caminé alrededor de la casa, agradeciendo que no hubieran perros sueltos, y entré por una ventana abierta.

No deberían dejar ventanas abiertas en una casa que vale tanto dinero, tontos tontos.

I did my time and I want out, so effusive
Fate, it doesn't cut, the soul is not so vibrant
The reckoning, the sickening
Packaging, subversion, pseudo-sacrosanct, perversion


Mi entrada fue silenciosa, exactamente lo que esperaba. Cubrí mi rostro con el pasamontañas y me dirigí hacia donde escuchaba ruido, mirando cómo los tres estaban frente al televisor acurrucados en el sofá. Espero que memoricen y atesoren ese momento mañana en el funeral.

Me escondí tras un armario en el pasillo y esperé a que llegara el momento donde debiera levantarse, ya sea para ir al baño o coger una bebida. Cuando escuché pisadas acercándose tomé el cuchillo y preparé mi cuerpo, esto iba a ser rápido.

Psychosocial, Psychosocial, Psychosocial, Psychosocial, Psychosocial, Psychosocial

 

Lo que no tomé en cuenta es que en lugar de ver el rostro ceniciento de Douglas me topé de frente con su esposa. Maldita sea, eso no estaba entre mis planes. Sabiendo que sólo tenía una solución tomé su rostro entre mis manos justo cuando ella dejaba escapar un pequeño grito y retorcí su cuello, quebrándolo.

Ella cayó inerte a mis pies, su cabeza en un ángulo anormal. Escuché el grito ronco a mi espalda y mire a Douglas viniendo hacia a mí. Gracias a Dios el niño no lo acompañaba.

Él lanzó un puñetazo a mi cabeza y fácilmente logré bloquearlo. Agachándome llevé mi cuchillo hacia su cuello y localicé su Arteria Carótida rápidamente, haciendo un corte profundo pero preciso. Muerte efectiva, pero fuera de mis planes.

Who needs another mess, we could start over
Just look me in the eyes and say I'm wrong
Now there's only emptiness venomous insipid
I think we're done, I'm not the only one


Él no cayó inmediatamente, costó unos minutos para que su cuerpo se desangrara completamente. Limpiando la sangre del cuchillo en mi pantalón me dirigí hacia la puerta y la bloqueé, evitando así que fuera el niño quién encontrara el cuerpo de sus padres de primero.

Caminando de regreso hacia los cadáveres les di un beso en la frente a ambos.

-Que alguna persona buena cuide de su hijo y que ustedes lleguen juntos al cielo, teniendo una eternidad con paz y felicidad.

Salí entonces por la misma ventana por la que entré. Asegurándome de cerrarla perfectamente bien ahora; no queremos que entre algún ladrón y asuste al niño ¿no? Después me quité el pasamontañas y respire profundamente, sintiendo el aire frío en mi rostro. Sacando mi celular del bolsillo le mandé un mensaje de que todo estaba listo a “Lyvet”, como ella misma se hacía llamar, quién era mi jefa desde que hago esto, hace tres años.

Y con forme más homicidios, más insensible me siento a las muertes. Creo que de alguna forma incluso les doy alivio.

The limits of the dead!
The limits of the dead!
The limits of the dead!
The limits of the dead!


Al regresar a mi apartamento ya era después de las dos de la mañana. Me deshice de mi ropa manchada en sangre y la puse en una bolsa, lista para mañana echarla en un contenedor de basura a ocho kilómetros de aquí. Me acosté desnudo, suspirando sobre mi cama y me sentí diez años más viejo. Cerrando mis ojos  decidí que tal vez debería hacerme otro tatuaje mañana por la mañana, algo que me recuerde la clase de persona que era antes de esto.

La misma historia de mis ojos tatuajes. Abrí mis ojos y repasé con la yema de mi dedo el rostro del  Husky Siberiano que tenía sobre mi pecho, el cuál servía para recordarme el sitio donde nací. Sobre mis costillas, escrito en mandarín tenía: “Casa es el lugar donde encuentras a quien amas”, exactamente las mismas palabras que me decía mi padre, como quise llamarlo por tanto tiempo, quien es el hombre que me recogió.

Miré hacia abajo e hice una pequeña barricada de almohadas donde recostarme para mirar mi cadera en donde había una mariposa aplastada en recuerdo de que la apariencia no importa si la  mente es débil, exactamente al igual que mi madre y su traición.

Y por último, miré mi muñeca, donde tenía tatuado un candado para que siempre que lo mirara recordara que no debía dejar a ninguna persona entrar en mi vida.

Aún así al quedarme dormido sólo pude soñar con labios rosados, suave cabello de miel corriendo entre mis dedos, ojos sonrientes mirándome de reojo bajo sus pestañas y el más bonito rubor cubriendo unas mejillas redondas.

Por primera vez en mucho tiempo no tuve pesadillas.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora