Capítulo veinticuatro

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Lilith

Traté de abrir mis ojos pero la hinchazón no m dejaba. Había perdido la cuenta de cuántos puñetazos, patadas y palabras humillantes me habían dicho.

No me habían violado por un milagro de Dios.

Traté de moverme porque ya me dolía el costado de estar recostada en el suelo, sin embargo cada pequeño movimiento era un infierno para mí. Había partes en mí que estaban en carne viva y había otras donde no lograba ver mi piel bajo la suciedad.

He tratado con todo mí ser proteger el niño en mi interior. Ellos no habían tenido misericordia. Sus patadas estaban dirigidas a todo mi cuerpo y aunque logré esquivar algunas; hubo muchas que lograron contactar con mi abdomen.

Gemí suavemente mientras rodaba y me acostaba sobre mi espalda, que era lo que más dolía de mi. Había recibido latigazos y me habían clavado agujas sin piedad, sin importarles mis gritos histéricos de dolor ni mis lágrimas. Y había gritado, tanto que no creo que sea capaz de recuperar mi voz de nuevo.

Recordé el día en que me secuestraron, esa mañana había estado sentada en la casa de Alexander y nos habíamos reunido para hablar sobre Damián y cómo encontrarlo. Estaba tan asustada pensando que hubiera tenido una emergencia… y me sentí tan idiota cuando los días pasaban y ni siquiera se dignó a llamarme.

Entonces, desesperada por tomar un poco de aire, le había pedido a Nikolai que me llevara al pueblo para poner despejarme un poco. Era el tercer día después de que me hice la prueba de embarazo y ya ellos sabían mi condición. Aún me provocaba un poco de risa recordarlo tratarme tan amablemente, como si me fuera a romper.

Desearía que alguien me tratara así ahora. Sin embargo cada vez que hablo la boca lo único que recibo es un golpe.

Al salir del café a dónde habíamos ido a hablar, llegó un grupo de hombres de al menos quince personas y nos rodearon. Había mirado con pánico a los ojos azules de Nikolai y él puso su mano en mi cintura para tranquilizarme.

Pero por el temblor de ésta, sabía que él estaba igual de asustado que yo. Los hombres a nuestro lado presionaron una pistola en nuestros costados y nos dijeron bruscamente “Caminen”, después, al llegar a un callejón, habían golpeado con la culata de la pistola a Nikolai en la nuca, y éste había caído al suelo con un golpe sordo.

Yo grité, y traté de correr hacia él pero dos hombres me detuvieron y a pesar de todos mis intentos, eran más fuertes que yo. Me arrastraron hacia una camioneta y pusieron sobre mi cabeza una bolsa negra, que rodearon con una cinta sobre mi cuello para que no se zafara, luego pusieron unas esposas sobre mis manos tras mi espalda.

No estoy segura de cuántas veces grité pidiendo saber dónde estaba, que iban a hacer conmigo. Recibiendo solo risas masculinas y burlistas.

Tenía tanto miedo.

Después me trajeron aquí, en medio de la nada, y me esposaron a una silla. Al inicio, fueron suaves conmigo y me daban palabras de ánimo, de que todo iba a estar bien.

Entonces comenzó el verdadero cuestionamiento sobre el paradero de Damián. Y con eso comenzaron los golpes.

Pronto su paciencia conmigo comenzó a acabar y a pesar de que yo honestamente, no sabía dónde estaba él, no creyeron ninguna sola de mis palabras. El primer día pasaron de darme bofetada en el rostro a un puñetazo con manopla. Aún sentía mi mandíbula adormecida y la sangre constantemente llegaba a mi boca.

Entonces comenzó el segundo día y las patadas, los golpes y las quemaduras fueron lo siguiente.

Estaban jodiendo tanto con mi cabeza que nunca jamás creo que vuelva a ser la misma. Estaba alterada, histérica; incluso el sonido de un mosquito hace que todo mi cuerpo se estremezca y quiera hacerme en una pequeña bola, invisible.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora