Capítulo siete

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Me levanté lentamente de la cama. No había ninguna parte de mi cuerpo que no me doliera. Coloqué una mano sobre mis costillas vendadas e hice una mueca, tres costillas rotas y muchas magulladas eran solo una parte de la lista.

Anoche al llegar a casa, intenté curarme por mí mismo, pero mis brazos no estaban en su mejor momento y moverme dolía horrores así que tuve que acosar a mi vecino, un latino de veinte años que estudia medicina, para que me cosiera; y como no teníamos ningún tipo de medicamentos que me anestesiaran, decidí emborracharme.

En el momento me pareció una idea estupenda, pero los latidos en mi cabeza que estaba sintiendo ahora me decían que tan idiota había sido.

Caminé y sentí el peor dolor de todo: mi pierna.

Recordé el infierno que pasamos anoche mientras le gritaba a Carlos que me sacara la bala, creo que entre él y yo, él estaba más asustado; y luego cuando logramos extraerla y un chorro de sangre golpeó su rostro, el pobre se desmayó.

Cuando se despertó ya me había suturado yo mismo, y eso parecía un montón de nudos en lugar de una costura. Al sentir la hinchazón de mi ojo impidiéndome ver bien del todo y el picor en mi labio cada vez que pasaba la lengua para humedecerlos, concluí que debía tener un aspecto horrible y no quería ni mirarme en el espejo. Tampoco quisiera que Lilith me viera así.

Como anoche tenía poca fuerza para vestirme me dormí únicamente usando mis bóxers y agradecí eso hoy al tomar una ducha. El esfuerzo físico que me hacía tener que levantar el jabón casi me  hizo desistir y volver a la cama, pero logré bañarme a pesar de perder el aliento cada vez que hacía mal un movimiento.

 Y eso fue muchas veces.

Al menos agradecía que ya no tuviera que trabajar esa noche. Mi límite de asesinatos ya los había cumplido por lo que era mi noche libre. E iba a pasarla en la cama quejándome. Suspiré.

Me arrastré desnudo a la cama Dios sabe cómo, me puse unos bóxers grises y me envolví en el edredón e imploré en silencio porque el sueño me invadiera y pudiera no sentir mas ya mi cuerpo. Entonces palpe alrededor en busca de mi celular y mi billetera que desaparecieron anoche en algún momento, gruñí cuando estiré los puntos en mi pierna pero seguí en su búsqueda.

-¿Hola?-me detuve, bastante seguro de haber escuchado una voz ahogada.- ¿Hola? ¿Hay alguien allí?-Tiré al piso la almohada bajo mi cabeza y agarré mi celular. Sí, mi tonta cabeza redonda apretó el botón de llamar y como el último número guardado fue Lilith, era ahora a ella quién tenía en el oído. Genial, y yo intentando evitarla.

-Lilith-si no fuera por su respiración habría dicho que me cortó, de pronto me sentí nervioso y con ganas de verla.

-¿Damián?- ¿su voz sonó esperanzadora o era lo que yo quería creer? -¿Estás bien? Escuché un montón de gemidos antes de que me contestaras

-Ah sí… Fue el televisor-Puse mis ojos en blanco a mi estupidez-¿Cómo estás tú?

-¡Estoy sorprendida! ¿No has visto las noticias? –No, pero tenía una idea bastante cercana sobre de que sería.

-No, ¿por qué? ¿Qué sucedió?-

- Anoche alguien atacó a Daniel y un grupo de sus amigos, la policía descubrió que se encargaban de drogar mujeres y venderlas como prostitutas ¡Y Pensar que mi hermana estuvo cerca de ser una! Hay al menos veinte cuerpos y once heridos Damián, y Daniel es… él está…

-Dime-le dije, porque una parte retorcida de mí quería que admirara que alguien haya acabado con ese hombre de esa forma, que me dijera que era un alivio para ella.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora