Capítulo dieciséis

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Miré la hoja de lo que debió ser mi trabajo de ayer:

“Gerard Fuster

40 años.

Vive solo

Límite: 6/10/2015”

Con el corazón acelerado le mandé un mensaje a Lyvet: “Lo siento.  Se me presento un problema.” Y su respuesta no me hizo esperar: “Problema solucionado”. Con el corazón en un puño leí varias veces el mensaje. ¿Qué quería decir?

Entonces escuché suavemente el inicio de una noticia en la televisión que había olvidado apagar. Levantándome, corrí hacia el control para subirle el volumen antes de que se pasara:

“…el asesinato ocurrió aproximadamente a las cuatro de la mañana de este sábado, los agentes creen que se trata de un asesino con ninguna relación al asesino serial que ha estado rondando la ciudad, ya que sus perfiles psicológicos no concuerdan. Para explicar un poco más de esto está el Dr. Richard Patershim, jede de psicología de la Universidad Nacional:

-Bueno, hemos definido el perfil del Psicópata Misericordioso con un nivel 22 de maldad pero de alguna forma él intenta acabar con sus vidas rápidamente. Según la autopsia de sus víctimas y siguiendo su modo operandi, es imposible que haya sido él. La persona que murió esta madrugada fue torturada durante muchas horas… ”.

Miré hacia las fotografías que pusieron de la víctima. Realmente tenía el cuerpo triturado en muchas partes y reconocí lo que parecía ser quemaduras y cuchilladas.

Quien Lyvet haya enviado a hacer mi trabajo, se encargo de hacerlo sucio. Apagando el televisor me recosté sobre la silla y miré el techo. ¿Ella se refería a eso cuando decía que el problema estaba solucionado? ¿O yo era el problema solucionado? Recordando el sobrenombre con el que los medios han decidido reconocerme tuve que sonreír irónicamente

 ¿Psicópata misericordioso ah? Ese no es el primer nombre que han usado para referirse a mí en los últimos tres años. También he sido: Le Diable, I´envoyé, temnote, ubiytsa, entre muchos más.

Abriendo el archivo del trabajo de hoy leí en voz alta:

“Franklin Davis

44 años.

Vive con la esposa.

Límite: 07/10/2015”

Tenía que hacerlo.

No solo porque sabía que una vez era suficiente para provocar sospechas en Lyvet. Nunca en estos años he quedado mal con ella.

Sino porque sabía que si no lo hacía, volverían a enviar a otra persona e iba a ser peor para él.

Decidido, tomé mi cuchillo y el abrigo, dirigiéndome hacia la puerta.

-Oh Damián-Tuve que detenerme, precisamente hoy a la Sra. Schneider se le ocurría querer socializar conmigo.

-Hola señora-Le sonreí y ella sonrió encantada.

Para ser una señora de sesenta años, era bastante tierna, siempre andaba maquillada y bien vestida. A mí me parecía que era muy coqueta, y también me preparaba platillos deliciosos por lo que intentaba ser muy amable con ella.- ¿Cómo se encuentra?

-Muy bien Damián, ¿Cómo se encuentra usted? –Ella agarró mi antebrazo y se apoyó en él mientras caminábamos a la salida. Era una de esas mujeres que estaban hechas a la antigua, llena modales y educación. Palmeé su mano mientras bajaba mi ritmo al suyo.

-Estoy muy bien señora, hace mucho no la veía por los alrededores-Ella me miró con sus ojos verdes eléctrico, siempre pensaba que ella debió ser toda una belleza años atrás.

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora