Capítulo treinta

131 8 1
                                    

Lilith

Habían pasado un mes desde la última vez que nos vimos y él había cumplido su palabra.

No me había llamado. No me había buscado. Ni siquiera sabía que había sido de él.

Quise sentirme feliz por eso, pero había de pronto un gran lugar vacío en mi corazón, como si él hubiera tomado un pedazo de mí y no pudiera ser reparado de nuevo al menos de que estuviéramos juntos.

Me encontraba en mi casa, en mi cama para ser exactos. Había un bulto juntó a mí, hundiendo mi colchón; moví suavemente mi cabeza para localizar los risos pelirrojos de mi hermana.

Había salido de rehabilitación hace unos días, su estadía se había acortado gracias a los buenos resultados que comenzó a presentar luego de que se diera cuenta de que estoy embarazada. Dijo que no quería ser la tía drogadicta, que ella iba a cuidar de mí y de mí bebé y para eso necesitaba estar completamente curada, así que aquí se encontraba, completamente rehabilitada y emocionada.

-Entonces…-Layla colocó su mano sobre mi abdomen y comenzó a frotarla en círculos. Hoy habíamos ido al ginecólogo y al fin había podido hacerme un ultrasonido. La presencia de Damián fue tan necesaria para mí, que por un segundo tuve ganas de ir a buscarlo y rendirme, pero entonces recordé el rostro de Adrián y la ira volvió a mí como un terremoto, creciendo desde adentro y luchando por sacudir.-Mellizos ¿ah?

Asentí con mi cabeza. Darme cuenta de que no era solo uno, sino dos fue un golpe brutal. Entre la doctora y Layla tuvieron que ayudarme a sentarme de nuevo cuando mis fuerzas me abandonaron en el consultorio. Sé que soy afortunada porque las probabilidades de tener dos bebés son bastante difíciles, pero es que significa… doble gasto, dobles cuidados, doble pañal, doble alimento. ¿Dónde voy a conseguir todo eso?

Layla había gritado de emoción al enterarse y ahora está más que nunca decidida a actuar como si fuera mi niñera personal. Según ella, yo ya no era capaz ni de levantar el vaso de refresco y llevarlo a mis labios. Claro, eso tenía sus ventajas… pero a veces me molesta bastante el que no me permita hacer cosas por mi misma.

Ella puso su cabeza en mi estómago, sus ojos enormes exageradamente maquillados de negro, miraban mi pancita más grande y redonda con adoración. Contagiándome un poco de su alegría me permití pensar en un par de niños con ojos azules guindando de mis brazos y haciendo sus travesuras por toda la casa. Sentí las lágrimas construyéndose tras mis ojos y respiré profundo.

Oh Damián… ¿por qué me hiciste esto? El dolor insoportable que no me ha abandonado desde los últimos treinta días, volvió con fuerza. Puse mi mano en mi corazón para intentar evitarlo un poco. Nunca imaginé que la muerte de mi hermano y el amor de mi vida estuvieran tan relacionados.

Cerré mis ojos y tiré mi cabeza hacia atrás sobre la almohada, sintiendo las gotas saladas resbalar por mis sienes y perderse en mi cabello. ¿Por qué él? ¿Por qué así? Cada vez que cerraba mis ojos sólo era capaz de recordar su rostro de sufrimiento cuando le exigí que se alejara de mí, el tormento y el dolor, como si le hubiera dado un puñetazo en ese momento, era inolvidable.

Sentí mi respiración agitarse un poco. Desde que nuestros padres nos echaron, nunca había sentido esta clase de dolor de nuevo. Lo odiaba tanto y a la vez me era tan imposible odiarlo por mucho que quería.

El anhelo revoloteó en mi pecho al imaginar sus ojos azules y las lágrimas deslizándose por sus mejillas morenas, llenas de cortes y sangre seca. Yo quería ser la última persona en el mundo en causarle dolor semejante, y sin embargo, soy la única que lo lastimó. ¿Me habré pasado? ¿Debí haberle dado una oportunidad?

The girl of my eyes - Holding you tight 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora