Capítulo: 4

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Frank me llevo a una de las discotecas mas exclusivas de la ciudad. Al parecer el jefe la había comprado hace muchos años y la utilizaban a menudo para este tipo de cosas. Primero la pelea, después se limpia la sangre y esas cosas y luego montan una fiesta de esas que hacen temblar el techo. Según entré vi que yo no era el único entretenimiento de la noche. Vi a dos tíos sin camiseta intercambiando golpes rodeados por la gente, uno enorme y el otro super enorme. El super enorme le dio un puñetazo en plena frente al otro y este salio despedido y se deslizo por el suelo cinco metros. La gente empezó a aplaudir como loca y al pobre desgraciado lo recogieron entre varios y se lo llevaron, estoy seguro de que al pobre le provocó una contusión. Abrí tanto la boca que casi se me desencajó la mandíbula.

- A por el, león.- me dijo dándome una palmada en la espalda.

- Estás de coña.

- No.

- No era una pregunta.

- Ya lo sé.

Suspiré y me quité la camiseta, todo sea por el dinero.

- Deséame suerte- le dije.

Me da una palmada otra vez y me dice.

- Te veo luego, procura que no te mate todas las neuronas.

El círculo de gente se abre y todo el mundo se queda mirándome, me han presentado y no me he dado cuenta. Entro en el círculo y me paro delante de mi rival. Me gustaría poder decir que de cerca no intimidaba tanto, pero las cosas no siempre son como nos gustarían. Medía entre uno noventa y dos metros. No sabría decir con precisión cuanto pesaba pero si puedo decir que los músculos eran todos muy grandes y muy trabajados. Sonó la campana y yo me tiré sobre el antes de poder pensármelo de nuevo. Le di una patada rápida en el abdomen y aprovechando que se dobló, mas por la sorpresa que por el golpe, le cojo de la nuca con la mano izquierda y le golpeo repetidamente en la cara con el codo. Finalmente reaccionó y me dio un empujón que casi me hizo caer. Se llevó la mano a la cara y se tocó la nariz que le sangraba a borbotones, entonces su sonrisa de superioridad se convirtió en una mueca de odio. Me dijo algo que no estoy dispuesto a repetir y saltó sobre mi intentando placarme, me hice a un lado y aprovechando que se había agachado le doy una patada en la cara. El tío tropieza debido al golpe y se cae. Entonces una sonrisa empieza a formarse en mi cara. Puede que el tío sea fuerte, pero eso le ha acabado  perjudicando, los rivales le duran tan poco que el ya ni se acuerda de como se pelea. En ese momento me di cuenta de lo gracioso que era que lo llamaran el trailer, era fuerte y rápido pero simple y sin apenas capacidad de giro. Empecé a dar vueltas a su alrededor golpeándolo sin parar. Sin embargo, me confié. El tío quedó de rodillas intentando recuperar el aliento y yo bajé momentáneamente los brazos. Estaba a punto de soltarle una puya cuando de repente dio un grito de rabia y se lanzó sobre mi. Esta vez me faltaron tiempo y espacio para reaccionar. Acabé tumbado en el suelo y cubriéndome la cara mientras el tío me molía a puñetazos. Al final conseguí reaccionar y di una fuerte patada hacia arriba. Me aparté hacia atrás y me levanté viendo como se sujetaba la garganta, supongo que le di ahí. Estaba a punto de saltar sobre el cuando de repente hizo algo que no me esperaba. Levantó la mano diciéndome que parara. La gente primero se quedo atónita, un segundo después rompieron a aplaudir como locos. Se acercó a mí y nos dimos la mano.

-¿Porque has parado la pelea?- le pregunté de manera que solo me oyera el.

-¿Sinceramente?

-Sí.

-Es por la cara que estabas poniendo. Recordaba a la que pone un lobo cuando ya tiene al ciervo acorralado. Daba miedo.- respondió.

Estaba procesando lo que me había dicho cuando nos absorvio el tumulto de gente. Se me acercó mucha gente a felicitarme y yo les di las gracias, pero sin prestarles atención realmente. Al final conseguí escabullirme y di vueltas hasta que encontré a Frank.

-¡¡¡¡Ey, ese es mi chico!!!!- dijo separándose de la gente con la que estaba hablando.

-No cuenta, se ha retirado.- dije bajando la cabeza.

No estaba orgulloso, en realidad no había ganado.

-Claro que cuenta, se ha retirado porque le estabas dando una paliza.

-Mis moratones dicen lo contrario.

-Ya bueno, pues los suyos y su nariz rota me dan la razón.

-Bueno da igual- dije suspirando- ¿me das mis cosas?

-Están en el guardarropa, toma el ticket.

-¿Y el jefe donde esta?

-En la zona vip para variar.

-Vale, adiós.

-¿Cómo que adiós? Tío, la fiesta es en tu honor.

-Si iba a haber fiesta de todas maneras.

-Ya... pero como has ganado te la dedicamos.

-Hasta el próximo reparto, Frank- dije dirigiéndome al guardarropa.

Tras esquivar a unos cuantos plastas mas que querían felicitarme finalmente llegue al guardarropa.

-Hola, creo que te han dejado una mochila negra.

-Si, aquí tienes.- me dijo la chica encargada del guardarropa dándomela.

-¿Cuanto es?- dije sacando la cartera.

-Los ganadores no pagan.- respondió sonriéndome.

Le di las gracias y me dirigí a la zona vip. Ni siquiera tuve que dirigirle la palabra al segurata para que me dejara pasar. Entre en la zona vip buscando al jefe y me encontré con olor a alcohol, porros y tías medio en bolas por todas partes. Lo del olor no es problema, mi poder hace que mis pulmones puedan respirar cualquier cosa en estado gaseoso, con respecto a las tías no me fije mucho, solo quería coger mi dinero e irme, estaba cansado. Finalmente, encontré al jefe recostado en un sofá con el que supongo que era su amigo. El jefe iba vestido de manera prácticamente igual al día que lo había conocido, la ropa cara no le gustaba. Su amigo en cambio era todo lo opuesto. El jefe estaba delgado, él era una bola con brazos y piernas; el jefe era sencillo, el otro extravagante y finalmente el tío tenía una cara de cabrón que no podía con ella. Estaban charlando y riéndose a carcajadas mientras se fumaban unos puros cuando yo me acerqué.

-Eh hola chico. Bien hecho.- me dijo el grasillas.

-Gracias ¿Tiene lo que me prometió?- dije dirigiéndome al jefe.

-De hecho, ya lo llevas en la mochila- me gire para abrirla y vi que estaba llena de billetes- en metálico y billetes variados, como a ti te gusta- continuo hablando- en realidad solo queríamos felicitarte.

-¿Quieres tomarte algo?- me preguntó el otro- invita la casa, los ganadores no pagan.

-Eso he oído- le respondí forzando una sonrisa- pero me voy ya.

Tras decir eso tuvimos una pequeña discusión muy parecida a la que tuve con Frank y finalmente conseguí que me dejaran ir. Salí de la discoteca y me dirigí de nuevo a mi lugar de entrenamiento mientras volvía a pensar en la rutina que iba a seguir cuando de repente oí un grito.


Ascua (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora