Bueno, supongo que quizá debería aclarar algunas cosas. En esa época yo trabajaba de repartidor para un capo de la droga ¿Que como llegué a esa situación? Fue todo hace un par de años. Yo estaba pasando por una de mis fases violentas y me pasaba todo mi tiempo libre buscando pelea, para esto me iba a algún barrio chungo con la esperanza de que intentaran atracarme. Un día me pararon tres chavales y empezamos a pelearnos pero hice mal el cálculo, golpee primero al del centro en vez de al de la derecha, que era el mas fuerte de los tres y cuando quise darme cuenta estaba en el suelo recibiendo patadas de los dos chavales que quedaban conscientes. Entonces, de repente, oí un disparo y pararon las patadas. Desde el suelo vi a un hombre con una pistola apuntando al cielo y diciendo con voz calmada:
-Largo, los dos. El chaval está conmigo.
-Perdona, jefe no los sabíamos- dijeron tartamudeando mientras se marchaban a paso ligero.
El hombre se me acercó y me ayudó a levantarme.
-¿Quien es usted?- dije con voz temblorosa e intentando enfocarlo bien.
-Alguien que te está ayudando. Ahora cállate.
-No necesitó ayuda- dije intentando apartarme y cayéndome al suelo.
-Ya, por supuesto que no.- dijo recogiéndome de nuevo.
El hombre me llevó hasta una enorme casa y me tumbó en un sofá, se marchó y volvió con un botiquín.
-Voy a limpiarte las heridas.
Al poco rato me desmayé y no me desperté hasta varias horas después. Cuando me levanté el sol se estaba retirando del cielo. Estaba tumbado en un sofá como esos que tiene la gente forrada en la tele. Me puse en pie y sentí un gran dolor en el abdomen, me levanté la camiseta y vi que tenía varios vendajes. Me puse delante de un espejo que había colgado en una de las paredes y vi que tenía varios moratones y golpes en la cara.
-¡Anda! Estás despierto.
Me giré y vi al hombre que me había salvado. Era un hombre de mediana edad, delgado, tenía el pelo entrecano y los ojos grises y amables. Quizá había sido porque cuando lo había visto estaba aturdido y al borde del desmayo, pero me había parecido un hombre imponente y digamos poderoso; supongo que fue por la manera en la que reaccionaron aunque también había que tener en cuenta que el iba armado, pero la verdad es que parecía un hombre completamente normal.
-Hola- dije algo desorientado.
-Veo que te encuentras mejor- dijo mientras se acercaba y me daba mi sudadera-Toma, le han limpiado la sangre y el barro.
-Gracias- dije cogiéndola todavía un poco desorientado.
-Sé que no es asunto mio, pero te puedo preguntar porque un chaval de quince años va a barrios peligrosos para meterse en peleas.
-¿Como sabe que iba buscando pelea? Y tengo catorce, no quince.
-Por el amor de dios, se te veía en la cara. Catorce, ¿en serio? pareces mayor.
-Ya, bueno estaba algo tenso y necesitaba desahogarme.
-Pues por todos los cortes y agujeros de bala que has mal-cosido veo que te tienes que desahogar muy a menudo.
-La mayoría de esas cosas no me pasaron a mi, ninguno de los agujeros de bala son míos, fueron al anterior dueño de la sudadera.
-Ya me imaginaba que no siempre ha sido tuya, los puntos son diferentes y te va un poco grande. ¿Era de algún hermano o algo así?
-Era de un tío con el que me "desahogue" el año pasado, estaba inconsciente se puso a llover y el resto ya se lo imagina.
-Si, me lo imagino.¿Porque no te compras otra? Esta la tienes echa polvo y te va grande.
-No sé que decirle, le he cogido cariño y no ando particularmente suelto de fondos.
-Comprendo, ¿hay problemas de dinero en tu casa?
-En teoría no debería haberlos, mi madre nos dejo una herencia muy generosa, las facturas se pagan con ella pero mi padre no tiene dinero en efectivo en casa y solo se levanta del sofá para ir a la nevera o al estanco así que tengo que ser técnicamente independiente.
-¿Y de que vives?
-Tengo un trabajillo... como carterista y atracador- dije suspirando.
-Vaya, ¿y estas contento con esa vida?
-Tengo catorce años, no puedo trabajar, así que...
-¿Quieres trabajar?
-¿Cómo?
-¿Quieres trabajar para mí? Sin riesgos innecesarios, bien pagado, son todo ventajas.
-¿Cual es la trampa?
-¿Porqué tiene que haberla?
-Siempre la hay, la vida no da cosas buenas porque si.
-¿Eso es un no?
-Eso es precaución. ¿En que consistiría el trabajo?
-Serías repartidor.
-¿De que?
-¿Porqué lo preguntas?
-Vas armado y casi haces que se meen encima esos tíos por decirles que le habían pegado a un chaval que iba contigo, así que me imagino que no eres un tío cualquiera.
-Muy listo, te lo diré sin rodeos, soy un hombre importante que controla todo las actividades relacionadas con armas, drogas y demás en la ciudad, pero tu no tendrás que verte implicado directamente y ni siquiera tienes que decirme tu nombre si no quieres.
Reflexioné un momento sobre la oferta. Como mangante y atracador no me iba demasiado bien y según lo que decía este trabajo no me perjudicaría.
-¿De que sueldo estaríamos hablando?
-Del suficiente como que te vaya bien e incluso puedas tener caprichos.
-¿Cuando empiezo?- pregunte sonriendo y dándole la mano.
-Cuando te recuperes pásate por aquí y empiezas, de momento deberías reposar un poco.
Y así fue como empecé a trabajar para el Jefe. Poco después me presentó a Frank y a otros como el que empezaron a instruirme en distintas artes marciales. Gracias a esto alcancé un nivel relativo de calma y dejé de salir buscando pelea. Desde entonces han pasado dos años y ni una sola vez me he arrepentido. Por primera vez desde lo de mi madre, la vida me había sonreído un poco.
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Ascua (editando)
Ciencia FicciónFuego. La mayoria de la gente piensa en hogueras o algo por el estilo cuando oyen esa palabra. Hay quien tiene miedo del fuego, hay quien se gana la vida apagandolo y hay quien ha quedado marcado por el de por vida. Yo me incluyo en el tercer grupo...