Capitulo: 8

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Mi primer impulso es coger el mechero. No puedo tumbar a tantos yo solo y por mucho que David diga que él y sus dos amigos saben pelear estoy seguro de que nunca se han enfrentado a una pelea de esta magnitud. Pero coger el mechero es una estupidez, no puedo delatarme de esa manera o lo más probable es que acabe en una mesa de disección. El círculo cada vez es más estrecho, hay tres calles por las que podríamos intentar huir pero varios se han situado en ellas para bloquearlas. Y entonces lo veo, de los 13 que he contado mientras estrechaban el círculo hay seis bloqueando las salidas. Teniendo en cuenta el espacio en el que nos encontramos calculo que puedo neutralizar temporalmente a tres o cuatro de los que nos rodean antes de que estos intervinieran. El cabecilla viene directo hacia mí y por los agujeros del pasamontañas veo que sabe que fui yo el que le causo el "problema" y que no le caigo simpático precisamente. Tengo que reducir mi manera de actuar a mis instintos más básicos, si me lo pienso demasiado esto acabara mal, si lo hago bien ellos saldrán ilesos y yo como mucho con un par de moratones. El cabecilla sigue avanzando y cuando está a un metro de mí, lanza un golpe un golpe con el bate directo a mi lado izquierdo. Utilizo un movimiento de desarme que me enseño Frank casi nada más conocerme, levanto el brazo y lo dejo paralelo al suelo y cuando la tubería se acerca lo bajo rápidamente a la vez que doblo el brazo para agarrar el bate con él y dejarlo encajado bajo mi brazo. Continúo con el desarme golpeando el brazo con el que sostiene el bate con fuerza obligándolo así a soltarlo, con un movimiento fluido giro sobre mí mismo, agarro el bate con la mano derecha y luego con la izquierda y al completar el giro lo estrelló contra la mandíbula del cabecilla. Esto me ha llevado unos cinco segundos y los que bloqueaban las salidas ya se están recuperando de la sorpresa y acercándose. Dos de los que nos estaban rodeando se abalanzan sobre mí navaja en mano. El primero lanza una estocada que evito haciéndome a un lado a la vez que le doy un golpe descendente en el mentón con el bate, el otro intenta apuñalarme en el hombro y lo esquivo haciéndome a un lado de nuevo. Al fallar su golpe, el encapuchado quedo con la cabeza baja y aprovecho para hacer descender el bate sobre su cabeza, que emitió un sonido hueco al ser golpeado para después caer al suelo inconsciente. Ya he neutralizado a tres, pero quedan diez más. Mi plan (o más bien mi esperanza de salir ileso) es neutralizar a ocho o nueve en total y que los demás se asusten y se vayan, pero sino pasa eso tendré que noquearlos a todos y eso me costara un par de golpes... a menos que resulte que David y sus amigos si sepan pelear y puedan entretenerlos un poco y darme tiempo para ocuparme con calma. Al girarme veo que David está ejecutando el mismo movimiento de desarme que acabo de realizar yo para quitarle una tubería a uno de los encapuchados y golpearle con ella en la pierna dejándolo así de rodillas y pudiendo rematarlo de un rodillazo en la cara. Sus dos amigos tampoco se apañan mal, uno de ellos está en guardia con los puños en alto, esquivando los golpes y puñaladas y contraatacando con los puños; el otro se defiende a tanto a puñetazos como a patadas (sino me equivoco este era karateka). Tengo que reconocer que me equivocaba y que se están manejando bien, pero no están experimentados y no podrán aguantar así mucho rato. Me giro para hacer frente a los dos que estaban bloqueando la calle delante de mí y que ahora corren hacia mí, uno con un puño americano y el más adelantado con otro bate. Cojo el bate por el centro y se lo lanzo al más adelantando dándole en la frente y dejándolo en el suelo completamente aturdido. Con el otro me doy un capricho, justo antes de que me golpee con el puño americano me concentro en este y de golpe le subo la temperatura hasta dejarlo candente. El encapuchado suelta un grito de dolor y cae de rodillas intentando quitárselo. Yo me acerco y mientras me giro le doy una patada lateral en la cara que lo deja inconsciente. Reduzco la temperatura del metal a la vez que les grito a los demás:

-¡¡¡¡¡VAMOS CORRED, RÁPIDO!!!!!

Los demás se giran hacia mí y al ver que he despejado una de las salidas echan a correr hacia mí. Los dejo pasar delante de mí y cuando me giro para seguirlos puedo ver que David ha neutralizado a dos y sus amigos a uno cada uno. Cuando nos atacaron eran trece, hemos dejado ilesos a cuatro, tengo que reconocer que esos chicos no lo hacían tan mal. Corremos durante cinco minutos y cuando nos detenemos veo estamos en la puerta de la casa de Victoria. Tras esperar medio minuto para que dejaran de jadear y/o hiperventilar (creo que alguna de las chicas lo hizo) les pregunto:

Ascua (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora