18- Una lágrima y una sonrisa.

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BRAD.

¿Algo imposible?, hablar con mi padre.

Siempre acabábamos discutiendo. Sin importar el tema. Alguno de los dos comenzaba a levantar la voz, hasta acabar a los gritos como dos críos.

Estaba harto de pelear.

Al volver de nuevo a Berkeley, me topé una vez más con el Director, me preguntó que si había ocurrido algo y fue entonces que puse como excusa tonta, que "se me había olvidado algo en el salón". Él sólo asintió y se retiró a otra reunión de padres.

Había regresado para decirle a Dylan que estaría en su casa y luego irme.

Estaba caminando de prisa, doble en unos de los pasillos del Instituto y como si fuera magia, una persona aparecio de repente, tomándome del brazo.

Llevándonos contra la pared.

. . .

SAMANTHA.

-¿Supiste algo de Brooke?-. Pregunto el de rulos.

Negué, como respuesta.

Jeremi tenía vendas autoadherentes por el rostro: ceja, labio, y una en el puente de su nariz. También sus pómulos estaban rojisos, y su remera estaba manchada con sangre reseca.

Estábamos sentados en una de las escaleras del Instituto, esperando a que sus padres salgan de la reunión, con el director Evans. Jeremi me había comentado que tenía que hacer tareas extras escolares, como consecuencia de la pelea, y a demás sus padres de seguro le iban a castigar luego.

-¿Estas enfadada conmigo, verdad?- inquirió.

-Tal vez-. Contesté, agachó la cabeza asintiendo- Es que no entiendo.

Me miro, para luego preguntarme:

-¿El qué, no entiendes?

-Porque no pueden arreglar los problemas hablando, en vez de llegar a los golpes como si fueran unos críos de preescolar-. Continúe mirandolo fijamente.

Estaba por responder, cuando sus padres salieron de la oficina y le llamaron para irse. Note que el de rulos era parecido a su mamá, en tanto su color de ojos y los rulos definidos, luego en el físico era padecido a su padre.

Jeremi se despidió de mi y se marcharon los tres juntos, no estaba Lydia su hermanita.


La hora de regresar a casa había llegado, en cuanto sonó el tan conocido timbre.

Tomé mis cosas y me retiré del salón.

Iba caminando hacia mi casillero, a dejar los libros que ya no utilizaría, y en cuanto faltaban algunos pasos comence a quitarme la mochila, colocandolas en mis manos. Al alzar la mirada de repente visualice a dos personas besándose.

Mi respiración se había detenido por un momento. Brad era ese chico besándose con aquella agresiva chica, su novia, suponía yo.

Un golpe en seco, se escuchó en el pasillo casi vacío, ambos se separaron de inmediato por el susto. La maldita mochila se me había caído, delatando por completo mi presencia en aquel pasillo.

Me observaron, Brad abrió sus ojos como dos platos, mientras que en el rostro de ella sólo aparecía una sonrisa burlona.

Se llama Amor |1/2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora