Cap. 24: Sangre

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-----POV Narrador-----

Tras cruzar el portal el hechicero miró hacia lo que ahora era su hogar... Un lugar poco pintoresco, pero tenía su encanto, al haber estado allí por once años podría haber pensado que lo sabía todo, pero en su corazón podía percibir su error, el lugar en el que se encontraba no tenía olor a muerte, a sangre ni a putrefacción, se olía el suave y dulce aroma de las rosas rojas y violetas que decoraban el extenso lugar en el que se hallaba... El Mar de la Muerte se suponía era un lugar de muerte y destrucción, pero al ver todo con ojos maduros logró ver más allá de los cuentos, historias y leyendas de los demás, incluso de lo que Samekichi parecía afirmar...

Samriaku: -Lugar lúgubre no le queda a este lugar- Estaba solo allí, en medio de una llanura de suelos verdes, rosas extravagantes, corrientes coloradas, pero de un cielo azulado, oscuro, pero azul al fin y al cabo... Miró hacia los lados, observando que los árboles de un bosque cercano tenían sus hojas rojizas, pero no por sangre, sino por la época distinta en la que se hallaban... En el Gran Mar Azul ya era bien entrado el invierno, pero en el Mar de la Muerte era otoño, los árboles perdían su coloración y se marchitaban, dejando grandes cantidades de hojas esparcidas por los suelos de los bosques, algunas llegando a la llanura, pero no era diferente de nada que él haya visto... Tras apartar su vista del bosque miró hacia lo profundo de la llanura, observando que aquel color rojizo del agua era nada más superficial... Vio a lo lejos un riachuelo que pasaba por una cuesta abajo en la distancia, eran pequeños montes que se alzaban en la lejanía, recubiertos de coloridas y variadas flores que formaban un grandioso y bello paisaje, el río era lo que más impresionaba, contrastando con un azul claro a lo rojo del agua del mar, era como si fuese de un mundo distinto, aunque todo era muy claro, el cielo oscuro parecía noche, pero un sol se erguía tras el monte, uno de típicos colores, pero de una intensidad más baja, era como si el calor no penetrara el agua, mantenía todo el lugar fresco... -Esto es un paisaje hermoso...- Abriendo los ojos como platos no evitó expresar su asombro. Una suave brisa movía sus ropajes y su cabello, denotando paz y tranquilidad, una cosa que no esperaba encontrar en esta parte de la guerra, todo lo que sentía en sus habitantes antes era odio y desdén, pero con tal paisaje a su alcance ¿Quién sería malo por obligación? Era imposible que nadie más viera la belleza de lo que se encontraba frente a él, alguien más debía entender que aquí había paz -No puede ser...- Pero su asombro no era de haber visto tal hermosura en su vida, ni de habérsela perdido cuando era niño, no, algo mucho más pesado lo atormentaba, un sentimiento que jamás pensó sentiría en una situación así -Yo...- Siempre que veía el paisaje del Gran Mar Azul, variado y colorido, recordaba al Señor Meikai, que una vez le dijo "Las personas son como el entorno en el que viven, en el Gran Mar Azul todos somos calmos, como evidencia la coloración azul del mar, pero lo que nos define como personas no es la superficie, sino lo que hay dentro de cada uno, tú naciste y creciste en lo que ahora llaman el Mar Antiguo, rodeado de una familia amorosa, pero hay personas que no tienen tanta suerte, recuerda, las personas más duras y ruines guardan un gran peso en su interior, porque a pesar de verse malvados, pueden ser las mejores personas que jamás conozcas". El recordar tal enseñanza de parte de su maestro le hizo reflexionar sobre su curso de acciones, olvidó por completo que cada personas es su mundo, que a pesar de actuar mal podían no querer actuar así... -Maté a tantos...- Una lágrima caía de su ojo izquierdo mientras miraba sus manos, pensando en tan sólo una cosa -Y ellos podían haber sido inocentes...- Sus lágrimas fluyeron, a pesar de tener la mentalidad de un adulto olvidó lo que era tener sueños y esperanzas siendo joven... El crecer tan abruptamente al estar expuesto a semejantes actos lo dejaron marcado, sí, pero cada vez que hablaba con Memoca, Uomi, Dolphi, Wadanohara, inclusive Idate, todos aquellos miembros de su grupo de amigos, le recordaba lo que era tener esperanzas y sueños, el sentir algo porque uno de verdad lo siente, el poder pensar en que una familia te espera al volver a casa... Pero la guerra, la guerra deja grandes marcas en quienes participan de ella... -Yo no quise... Jamás quise...- Se llevó las manos a la cara mientras se arrodillaba. Sus pensamientos fluían como las lágrimas, nunca pensó que todos esos que él mataba tenían familias y personas que esperaban su regreso, jamás pensó que se generarían tumbas con nombres a recordar en el tiempo, pero por sobre todo, jamás pensó por un segundo que alguien lloraría las muertes de esas personas que a sus ojos eran ruines villanos buscando alterar la paz -Lo lamento... De verdad lo lamento...- Todo este tiempo seguía el consejo y modelo del Gran Mar Azul, pensando que la paz que perduraba allí era la verdadera y única paz alcanzable para cualquier mar, que si dejaba ganar al carmesí jamás existiría una paz latente y que todo sería caos y repudio hacia las cosas que eran buenas... Pero lo que él consideraba bueno era lo que se le había enseñado de uno de los bandos... -Tan sólo quería que hubiera paz...- Jamás pudo quitarse la idea de la cabeza cuando era niño de que su padre lo había traicionado, que se había olvidado de su familia, pero el mero hecho de tener dos hermanos implicaba lo contrario. Si su padre no hubiera amado a su familia no lo hubiera dejado atrás, sabía que todo lo que pensaba Samriaku del Mar de la Muerte era malo, llevarlo implicaría hacerle daño, pero jamás se olvidó de él... Después de todo -Jamás quise que pasara esto...- El portal no llevaba a todos al mismo lugar sino al lugar al que querían ir, Samriaku buscaba paz, al igual que su padre...

WatGBS: Leguas viajadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora