Cap. 34: Cayendo profundo

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----POV Narrador----

Sutaumi: -Sí, completamente anticlámtico- Reafirmó con una mirada sádica que mostraba sus ansias de pelear con algo que fuera parecido a un poder grande, no le era normal descansar con tantas cosas sucediendo a su alrededor, era su punto cúlmine y el punto de quiebre, era su momento de actuar -Veamos cuánto puedo hacerte durar- Se acercó a una velocidad alarmante a la "cara" de aquel Kraken, sintiendo la intensa mirada que le daba, pudiendo verse el odio en su mirada -Un animal fuera de control y sin motivos de exitir- De un toque, un misero e insignificante toque con la punta de su dedo índice, hizo que el Kraken se moviera hacia atrás en un quejido leve de dolor -No seré el Rey del Mar, no seré alguien influyente como mi hija y no pareceré fuerte- Sus ojos denotaban su espíritu de pelea que tanto solía guardar dentro de sí mismo durante años -Pero- Cerró su puño y lo preparó -No me subestimes, no por nada fui el Rey del Mar- Dio aquel puñetazo, haciendo que el rostro del Kraken se desfigurara, volando el mismo hacia fuera del castillo y a plena área ahora desierta, impactando a lo lejos contra unas piedras -Veamos qué puedo hacer- Sonó sus nudillos, preparando sus garras luego, denotando lo macabro de sus intenciones, acercándose de a poco al ser, que con miedo trataba de levantarse, pero no podía, parecía estar paralizado, quieto, inmóvil, esperando... -Tal vez- Se colocó fremte a ese mismo ser en tan solo unos segundos, sonriendo de oreja a oreja tras levantar su garra derecha a un costado -Te haga sushi para la cena una vez termine todo, eso alegrará el día a mucha- Separó sus dedos dispuesto a cortar al ser en pedazos sólo con sus manos -Mucha- Cortó el aire repetidas veces, de manera lenta y metódica, pero de la nada el Rey del Mar, enloquecidamente, comenzó un gran frenesí de cortes que impactaban el aire, sin aparente daño -Gente...- Retrajo sus garras, regresando a su mirada normal de siempre, observando a la criatura inmóvil, sin respirar tan siquiera, con sus ojos abiertos de par en par... -No que tú supieras ya lo que es ser feliz, por eso y mucho más dediqué estos valiosos segundos de mi preciado tiempo en quitarte esa maldición de tu cuerpo, en dejar que mueras en paz y sin dolor alguno... Bueno...- Las partes del Kraken empezaban a separarse, sangre brotaba de cada corte que aparecía en el cadáver, cada parte, cada trozo músculo, grasa, órgano y vena, caía de a poco al suelo, escuchando el fuerte golpeteo de la carne contra el suelo, manchando todo de un color carmesí, pareciendo cubos de Kraken, destrozados por finos cortes limpios, separados sin problema alguno, y pareciendo pequeños trozos de carne, contando que el Kraken era casi del tamaño de una ballena... -Casi sin dolor- De a poco la cara del susodicho se empezaba a desfigurar, en casi nada de tiempo todo el cuerpo estaba destrozado y desparramado por el suelo... -Creo que es hora de que terminemos el trabajo...- Volvió con aquella misma velocidad y sus manos llenas de sangre a las cercanías de la bruja, observándola detenidamente -M'Lady, creo que es hora de que subamos esa torre- Dijo sin demora o palabra alguna demás -La acompañaré, venga conmigo- El hombre se agachó, dejando que la bruja se tomara de su espalda y hombros

Wadanohara: -Claro, no espararía menos de quien quiere que esta guerra acabe lo más pronto posible- Dijo sin problema alguno y de manera confiada, sabiendo que estaría a salvo con Sutaumi... -Dolphi, Fukami, por favor, vayan por la entrada principal, quiero asumir que por allí ha entrado Samekichi, encuéntrenlo, ayúdenlo a llegar a la cima de ser necesario- Miró a ambos con total seriedad, ambos asintiendo a la vez, corriendo a cumplir su labor con la mayor prisa posible... -De seguro todo habrá terminado una vez lleguemos arriba...- Ambos sonrieron sabiendo que este era el Jaque Mate definitivo para Kowareta, subiéndose Wadanohara a la espalda del Ex-Rey del Mar, confiada de que este era el fin... Sin embargo, tras subir hasta arriba ambas sonrisas fueron borradas de sus rostros al ver que Samekichi y Sal peleaban lado a lado con Kowareta para evitar que se acercara a Samriaku, quien entre medio de los cadáveres de sus padres se mantenía a si mismo calmo estando arrodillado con las manos en el piso, con Memoca observando y consolando al jóven hechicero -¿Pero qué demonios...?- La bruja maldijo por primera vez en mucho tiempo, habiendo perdido por completo la compostura tras ver la escena, del rojo manchando las paredes, suelo y techo, provenientes de los sesos de ambas víctimas...

WatGBS: Leguas viajadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora