Cap. 30: Cambio de corazón

55 2 10
                                    

-----POV Narrador-----

Samekichi: -¡AAAAAAAH!- Un furioso tiburón se lanzó del aire al suelo, clavando su tan preciada y poderosa espada en el suelo, la Espada Sagrada que se le confió, una que ahora estaba completa debido al pedazo faltante que tenía Samriaku antes... -¡DEJA DE HUÍR Y PELEA COBARDE!- El hombre sacó su espada del suelo y apuntó a su enemigo, escuchando de fondo los alarmantes gritos de muerte y furia de todos los soldados presentes, no era algo que le fuera desconocido, el olor a hierro en el aire, el sonido ensordecedor, el rojo de la sangre, la carne, huesos y venas de soldados caídos, el metal chocando contra metal y los fuertes golpes de ambas facciones. Pero eso no le importaba ahora mismo, a Samekichi le importa tan solo su rival y lo que le haría para que cerrase la boca y peleara

Sal: -Eres lento, demasiado, muy inepto y torpe- Con calma el albino sonreía de manera macabra cln sus brazos tras su espalda -No entiendo cómo Wadanohara pudo haber querido tener una familia contigo siendo tú tan inútil- El albino saltó hacia atrás tras ver a su hermano, que aún desconocía su relación, abalanzarse sobre él con su espada, que golpeó el suelo dejando un buen cráter en el lugar -¿Quién pagará eso?- Dijo de manera burlona -Porque asumo que tú- Se acercó rápidamente desde la diferencia en altura en el cráter y el suelo, estando en el aire, dándole un fuerte coletazo en la cabeza al hombre, que no soltó su espada en ningún momento -O cualquier persona de tu mar- Tras caer al suelo la cara del tiburón y sus pies le miró con sus cuencas vacías sosteniendo una muy macabra sonrisa, tanto así que uno pensaría que no guardaba la tristeza de tener que pelear con su hermano, pero esa era la verdad, él no quería esto para nada, él sí buscaba la verdadera paz -No existirán para ese entonces- Su hermano lo escuchó fuerte y claro, levantando su cuerpo de manera agresiva, buscando tomar del cuello al hombre, que no se dejó atrapar, moviéndose a un costado antes de darle una patada en el estómago -Te enojas fácil~ Al menos el otro hacía un esfuerzo- Refiriéndose a Samriaku hizo enojar más al tiburón de pelos negros, que no dudó rodar por el suelo tras la patada para tomar el impulso de levantarse con rapidez, mirándose ambos cara a cara con un movimiento del albino al seguirlo cuando rodó por el suelo

Samekichi: -¿Y si te tapas esos ojos?- Sonrió confiado tras dar una murada desafiante, los hematomas en su cuerpo eran notables si llegaba a quitarse su ropa, pero eso no le impedía nada, su fuerza de voluntad era más que suficiente para mantenerse de pie, su familia, su hijo que estaba por nacer, todos sus amigos, si mostraba debilidad lo arriesgaba todo, era ese el verdadero motivo de su vida, nunca nadie le dio un hogar digno...

Sal: -¡Insolente e inepto tiburón de segunda!- Claramente irritado quiso darle una patada en la cara, pero...

Samekichi: -No volveré a eso- Sus ojos cargados de furia miraban al frente, sosteniendo la pierna del albino con su mano, con su cuerpo aflorando un nuevo poder que nunca sintió... -No dejaré que...- En su mente afloraban sus recuerdos, enterrados, olvidados, pero de alguna manera siempre presentes, eran aquellos tiempos, unos que odiaba recordar... Pero esos recuerdos le daban la rabia, la ira, la furia necesario para seguir luchando, para olvidar todos sus pensamientos y destrozar a su enemigo

---------Recuerdos de Samekichi-----------

---POV Samekichi---

Yo era apenas un niño, no recuerdo bien mi edad, pero era consciente de mis acciones, de lo que pasaba a mi alrededor, de todo lo que decían de mi... Yo nunca conocí a mis padres reales en ese entonces, no tenía relativos, o eso me dijeron, yo era el único que estaba con vida, pero eso no era una bendición exactamente...
Todos me odiaban, no entendía por qué, todo me era confuso, no sabía por qué todos odiaban mi familia, mi existencia, mi propia llegada les era un impedimento o una molestia, no quería creer que todos me odiaban, yo no les había hecho nada, pero todo eso me afectó al fin y al cabo...
Era huérfano, nadie buscaba un hogar para mi, era vilipendiado, todos me odiaban... Los cuidadores no eran poca cosa tampoco...

WatGBS: Leguas viajadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora