Cap. 35: El dragón indeseado en el mundo

47 3 0
                                    

-----POV Narrador-----

En ese mismo momento, en el que el tiburón supo que su madre y su padre ya no estaban con él, todo su mundo se venía abajo, la voz de la gaviota era callada por una potente sensación hirviente bajo su piel, ira, una incontrolable y potente ira, los límites de su propio cuerpo se rompieron hace tiempo, pero incluso ahora el poder escalaba, y escalaba, y no paraba, tanto así que su mirada de sorpresa se tornaba en rabia pura, una cólera tan fuerte que no daba pie al raciosinio, la gaviota en sus vanos intentos de calmarlo resitaba su nombre, pues no daba caso alguno a sus palabras y gritos...

Ya no hay más que perder, pensaba el jóven hechicero, su vida le fue arrebatada en meros segundos, sus padres también, y no esperaba que pasara lo mismo con la persona que amaba, puesto que en ese momento, exacto en el que sus hermanos batallaban con todo su ser y poder, un gran resplandor rojo emanaba de él, la tierra tembalaba y los recién aparecidos Sutaumi y Wadanohara deberieron aferrarse a la destruída torre para no tambalearse demasiado. El desdén en sus ojos, la motivación de destruír, signos dignos del Dragón Carmesí, el color de la sangre que derramaría en estos instantes, bajo su puño, o garra mejor dicho, se encontraría la cabeza de su enemiga, bajo sus dientes la carne desgarrada de aquella persona que le robó tanto, en su cuerpo se hallará la sangre de quien más odiaba, pues ahora mismo no era más que ese trozo de alma del Dragón del Mar, la mente de Samriaku, la voluntad de Red, esos eran factores minúsculos
La inestabilidad mental de Samriaku y la baja intensidad del poder de Red dieron lugar a el monstruo que se mostraba... Mientras la tierra temblaba el Dragón Carmesí en el cuerpo de Samriaku cambiaba, de su cabeza su aleta se hundió, dejando en su lugar un par de cuernos largos que iban hacia atrás, en su espalda su cola estaba hecha de escamas y portaba en sus extremidades, de las cuales ropa ya no había debido a la transformación, se mostraban las escamosas y potentes garras del dragón, él era ahora aquel dragón que trajo tanto dolor en sus pesadillas, sin embargo Kowareta no sonreía al ver esto, pues más allá del descontrol de este poder que emanaba Samriaku sentía que el odio del dragón era dirigido a ella, y eso no era algo que pasar de largo. Ya tenía suficiente con enfrentarse a la Espada Sagrada y a un ciego con movimientos extrasensoriales con tan sólo sus manos, un ser de inmenso poder como ese dragón la haría añicos...

Wadanohara: -Samriaku...- Atemorizada y preocupada a partes iguales observaba a su amigo convertirse en una bestia -¡Memoca, sal de ahí, ya no hay nada que puedas hacer!- Se percató de la gaviota, horrorizada y perpleja ante el cambio de la persona que amaba, aunque logró tomar ma compostura para eljarse y acercarse a su bruja antes de que algo pasara...

Sutaumi: -Ese es...- Desilusionado y serio frunció em ceño, mostrando el disgusto que esto le producía -Pensar que un poder que se rige por la mente puede tomar tal forma es aterrador- Dijo más serio que desilusionado -El Dragón Carmesí, dueño de las pesadillas y el poder eterno, quien de sólo pensarlo puede adoptar la forma que desee...- Se colocó delante de Wadanohara en pos de protegerla mejor de este ser -Muestra al fin su verdadera e iracunda forma- Mientras el antiguo rey formulaba estas palabras el duo de tiburones no frenaba sus ataques, hasta que detrás de sí escucharon un potemte rugido, uno que no esperaban escuchar. Sin embargo en todo ese atisbo de rabia el Dragón Carmesí se frenó en seco y miró sus manos, era Samriaku, en sus últimos momentos de cordura, quien sin mirar a nadie y con una mirada ensombrecida habló de manera seca y algo emotiva al mismo tiempo...

Samriaku: -Gracias, a todos, pero ahora me toca cumplir mi parte- Cerraba su puño y no miraba a nadie aún -Yo nunca lo dije pero esta es la esperanza que traeré, en mi locura traeré paz, aunque me pierda en ello- Pero al levantar su mirada observó a Memoca -Te protegeré, lo juro, por eso mismo espera una vez más por mi, prometo que esta vez no te fallaré Memoca- De su bolsillo sacó aquel llavero que le devolvió hace un rato la gaviota -Te amo, y prometo que aunque muera voy a defender aquello que amas- Tras decir esto le lanzó de nuevo aquel llavero, tomándolo la gaviota con una perpleja mirada -¡Kowareta!- Tras gritar ese nombre y mirar a la mujer la rabia subía de nuevo por sus venas, el descontrol era cada vez más evidente, y su propia mirada se perdía -¡Prepárate a MORIR!- Tras decir estas últimas palabras un potemte rugido se escuchó por todo el mar, el Dragón Carmesí estaba vivo, en control completo, o mejor dicho en su total ira

WatGBS: Leguas viajadas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora