Locked ; Rocksan || ASTRO

Encerrados.

Sanha fue guiado por Rocky hacia el comedor, donde largas mesas estaban llenas de personas comiendo, algunas automarginadas, otras con algún compañero de charla.

— Te traeré la comida. Espera aquí y guárdame el lugar. —Habló el castaño dirigiéndose a la larga fila donde los pacientes esperaban que les sirvieran la comida.

Si había algo que a Sanha no le gustaba era que se compadecieran de él. Él podría ir solo a buscar su comida, pero por ese día lo dejaría pasar. Estaba cansado.

— No es muy rico pero te acostumbras. —Dejó Rocky una bandeja de comida frente a su compañero y se sentó a su lado.

— Gracias. —Susurró mientras inspeccionaba la comida. No tenía buena pinta.

Con resignación comenzó a comer sin siquiera mirar lo que se llevaba a la boca. Aunque tampoco tenía mucho hambre, simplemente quería dormirse.

Rocky comía con entusiasmo lo que le habían servido. No le gustaba mucho pero el hambre le ganaba. Tenía un gran apetito.

La cena se llevó a cabo en silencio entre los dos jóvenes, pues Sanha no quería hablar y Rocky no quería presionarlo.

— ¡Todos a sus habitaciones! —Resonó por el altavoz las palabras de la directora.

Se oyeron muchos quejidos y la gran mayoría se levantaba de sus asientos con desgano para dirigirse a sus cuartos.

Sanha y Rocky no fueron la excepción. Salieron del comedor y se dirigieron al cuarto, donde en la puerta los esperaba una enfermera. El pelinaranjo la miró con curiosidad.

— Tienen que tomar la medicina antes de dormir. —Explicó amablemente ante la mirada incrédula del menor.

Sanha hizo un puchero y se sentó en su cama. Allí la enfermera le dio una píldora y un vaso de agua, y no se fue hasta verificar que ambos hayan tomado debidamente la medicina.

— ¿Qué nos acaban de dar? —Preguntó una vez la señora se fue.

— Sedantes. El mío probablemente sea más fuerte que el tuyo.

Era hora de dormir, y el menor quería despojarse de sus muy incómodas y pesadas prótesis. Pero la profunda mirada de su compañero de cuarto sobre él, lo incomodaba. Hasta que el mayor reaccionó.

— Oh, quieres cambiarte... Lo siento. —Rocky se levantó de su cama— Yo iré al baño a ponerme mi pijama, ya vuelvo.

Sin esperar respuesta, se dirigió con su ropa hasta el baño privado de su habitación, dejando solo a Sanha para poder cambiarse.

Con mucha pereza, bajó sus pantalones y comenzó a quitarse sus prótesis. Era un proceso algo tardado, pues llevaba varias cosas que se sujetaban a sus muslos.

Una vez libre de estas, se colocó un short de pijama y anunció a Rocky que ya podía pasar. Tomó su crema hidratante y comenzó a esparcirla por sus lastimados muñones, pues llevar consigo aquellas duras y pesadas prótesis sólo lograba lastimar las piernitas de Sanha.

El castaño ingresó nuevamente a la habitación y posó su mirada en las piernas de Sanha, incomodando a este último. Se percató de sus amputaciones transtibiales, es decir, por debajo de la rodilla.

— Tienes lastimado... —Susurró haciendo una mueca de dolor.

Sanha asintió haciendo a su vez un sonido gutural. No le gustaba que se le quedase mirando por mucho tiempo.

De pronto Rocky subió un poco la mirada, desde sus rodillas hasta los muslos. Allí pudo notar como el pequeño tenía varios cortes claramente hechos por el mismo Sanha.