Análisis.

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El sonido de la puerta abriéndose hizo que Rocky despertara. Aún estaba acostado al lado de su roomie.

De un sólo salto, volvió a su cama para así mirar a la enfermera que había entrado.

— Es hora de su chequeo médico.

Rocky miró a su compañero. Se veía tan pacífico durmiendo. Las expresiones de su carita denotaban sufrimiento, pero parecía que cuando dormía todo ese dolor desaparecía.

— Él aún duerme. —Lo señaló.

— No te preocupes, lo despertaremos. —Sonrió.

La mujer despertó al menor de una manera no tan suave como lo hacía Rocky, haciendo que este abra sus ojos asustado y con la respiración agitada.

— Te tenemos que revisar y ver tus resultados. —Le informó amablemente.

— No saldré de aquí. —Se negó.

— Lamento decirte que tú tienes que ir al consultorio del doctor. Él no vendrá.

— No importa, me quedaré aquí. —Se cruzó de brazos.

La enfermera, un tanto agotada, asomó su cabeza por fuera del cuarto y llamó a alguien.

— Una camilla aquí, por favor. —Pidió.

— ¿¡Qué!? —Sanha abrió sus ojos de par en par.

Unos segundos después no tardó en llegar una camilla con otros dos enfermeros.

Estos dos tomaron a Sanha, y así como estaba, lo depositaron en la camilla y amarraron sus brazos y piernas. Este protestó e intentó zafarse de su agarre.

Rocky miró la escena con tristeza. Por más que Sanha no quisiera, tenía que ir, sólo que eligieron el peor día para hacer la revisión, pues ya el pequeño la estaba pasando bastante mal y todo eso lo estaba empeorando. 

Se llevaron la camilla con el joven paciente, quien seguía protestando, y el castaño suspiró.

— ¿Vamos, Minhyuk? —Preguntó la enfermera con una sonrisa.

— Sí...

Se levantó de la cama y siguió a la mujer hasta los diversos consultorios médicos.

La camilla de Yoon Sanha entró a un pequeño cubículo donde había una joven doctora. Allí ella le soltó las cintas que lo tenían amarrado y comenzó tomándole su presión arterial.

El menor evitó el contacto visual y resignado se dejó hacer todos los estudios necesarios.

Acto seguido, la doctora tomó un expediente de una carpeta y lo leyó.

— Tienes anemia. —Habló con simpleza.

Sanha ladeó un poco la cabeza sin entender el significado de eso.

— No tienes la cantidad necesaria de glóbulos rojos y eso se debe principalmente a la mala alimentación. —Explicó— Vamos a pesarte.

El pelinaranjo tragó en seco y con mucho temor se subió a la balanza.

— ¿Cuarenta kilogramos? ¿En serio? ¡Cuando ingresaste pensabas más y pasó apenas casi un mes! —Exclamó.

— ¡Estoy sin mis prótesis! —Se escudó— Esas pesan mucho.

— ¿Cuánto pesan?

— Dos kilogramos cada una... —Susurró cabizbajo.

— Ingresaste con cuarenta y cinco kilos. ¡Perdiste un kilo! —Le regañó la doctora.

Locked ; Rocksan || ASTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora