"Amor Fingido" (Lutteo)

Capítulo 22

(Luna)

Me quedé algo adormilada, a pesar de estar viajando al mundo de los sueños era consciente de lo que ocurría a mi alrededor.

Escuché el ruido de la silla al arrastrarse, y una chispa de esperanza se encendió al pensar que era Nina. Quería abrir mis párpados, pero pesaban demasiado para hacer esa labor.

Alguien me llamaba, ¿Era una voz varonil? En ese caso dudo que sea Nina. La llama de esperanza se desvaneció en la penumbra más oscura. 

Una mano meció mi cuerpo un poco, ¿Sería Gastón? No podía levantar la cabeza así que comprobé quien podría ser tocando su mano con la mía.

La piel no parecía ser muy áspera pero tampoco era fina como la tela, se notaban que eran de hombre, una mujer tiene la mano más pequeña. Hasta que toqué sus dedos, esa piel había atrapado mil veces mis muñecas para evitar que huyera.

Aparté la mano como si quemase y después quité la suya de un manotazo. Como si por arte de magia hubiese recuperado mi fuerza levanté la cabeza sin una pizca de sueño sobre mi cuerpo.

La ira controlaba cada fibra de mi ser ahora mismo. ¿¡Quién se creía este para sentarse a mi lado!?

-¿Estás contenta de verme?

-Tanto como tener un grano en la espalda.

Matteo apretó sus puños mas no borró aquella sonrisa que dictaba poco de ser una sincera. Parecía estar tragándose el enfado y el orgullo para hablar conmigo.

Y eso solo consiguió que mi alarma se activara. Ya sé que me pedirá pero siento mucho decir que lo que funciono una vez... No lo hará dos veces.

-¿Por eso has acariciado mi mano?

-Quería saber quién era.

-De toda la vida, para comprobar quién es quien, se le ha mirado a la cara, no ha hecho falta tocarle.

-¿Y cómo crees que hacen los ciegos?

-Pero tú ves perfectamente.

-Con la cabeza entre los brazos poco voy a ver.

-Debías haberla levantado.

-No me apetecía.

Observé la clase en silencio, todo el mundo nos observaba de reojo, más asustados que nunca. Si desde lejos podemos pelearnos, estando a esta distancia podemos destruir medio mundo.

Los alumnos parecían asustados, las chicas me fulminaban con la vista y se comían con la vista a Matteo. Iban turnando el tipo de mirada.

-¿Qué haces aquí?

-Si no quieres decírmelo no pasa nada, pero estaré sobre ti hasta que lo hagas. Tú decides.

-¿Me estás amenazando?

-Al contrario, te estoy dando para elegir. Me lo dices y nos olvidamos del tema o guardas silencio y nos pasamos el día juntos. Tú decides.

Hablábamos entre susurros para que no nos escuchasen, ya bastante atención teníamos puesta encima.

-¿Y cómo piensas hacer eso sino me soportas?

-Por mi prima hago lo que sea, además sé que tú tampoco me aguantas así que me sirve de venganza.

-Es una idea ridícula, ninguno de los dos nos aguantamos, y aunque yo esté incomoda tú también te encuentras así.

-¿Cómo lo sabes?

-Simplemente lo sé, eres muy transparente.

-¿Ah sí? Adivina en lo que estoy pensando.

-En formas de interrogarme o, por el contrario, en distintas maneras de molestarme para que me harte de ti.