Capítulo 35

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(Luna)

A mis fosas nasales llegaba el olor al mar con todo su esplendor, el aire que se colaba por la ventanilla revolvían mis cabellos con dulzura. A veces me los tenía que apartar para poder admirar el fabuloso paisaje.

Aunque no me gustara admitirlo, el lugar donde los padres del orco (que solo sabe soltar gruñidos) habían elegido para comprar la casa era precioso.

El mar se podía ver por todos lados, así como los árboles que te regalaban esa paz interna que tanto se necesitaba a veces.

El aire moviéndose por entre las ramas creaba un ruido tranquilo y sereno, si agudizaba los oídos podía escuchar a los pájaros cantando.

Este lugar era un auténtico remanso de paz.

El coche fue perdiendo velocidad a medida que avanzábamos, hasta llegar a un restaurante de la gasolinera.

-¿Qué hacemos aquí?

-¿Tendré que descansar no? No puedo estar todo el día conduciendo.

-Ya habló la alegría de la vida.-dije saliendo del coche.

-¿Me estás llamando amargado?-respondió imitando mi acción cerrando tras de sí el coche.

-Te cambiaré el mote a genio, se te amolda más aparentemente.

-No te soporto.

-Yo menos, idiota.

-Hola guapa.-tanto como yo nos fijamos en la voz que me acababa de piropear.- ¿Te está molestando este tonto?

-No, para nada.

-No parecía eso.

-Es nuestra forma de demostrarnos cariño.- nos odiamos a muerte.

-¿Es tu novio?

-Así es.-respondió el italiano.

-Con esos gritos que se dan poco van a durar.

-Seguro que más que tú, porque con esa cara no te va a querer ni tu madre.

Observé a Matteo, ¿A qué se debía esa contestación tan brusca? Por regla general solo me trataba a mí a sí, con los demás era frío y arrogante pero hasta cierto punto.

-¿Quieres pelea niño?

-¿Tú y cuántos más?

-Matteo déjalo.-le tomé de la mano para arrastrarle al restaurante.- No merece la pena.

El italiano mandó varias miradas asesinas al chico antes de entrar al lugar, una vez dentro tomamos algo para comer, tenía hambre la verdad.


(Matteo)

No entendí que había pasado, perdí los estribos cuando vi que se dirigían así a Luna, como si fuera de su propiedad.

Mordí con ganas el bocadillo enfadado, pensando que era la cabeza de la primera persona que se me cruzaba. Extrañamente la bruja no pasó por esos pensamientos.

-Que callada estas...

-No tengo nada que decir.

-¿Ni meterte conmigo?

-¿Es lo que quieres? A mí me da igual ponerme a gritarte.

-Nada de eso, simplemente se me hace raro.

-¿Me estás llamando charlatana?

-Se supone que somos novios y apenas podemos estar en la misma habitación sin matarnos.

"Amor Fingido" (Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora