«Sostén tu respiración, cuenta hasta tres y pide un deseo. Empezaremos con un giro y entrarás conmigo a este mundo de mi creación. Ya verás que lo que sentirás, irá mucho más allá de cualquier explicación».
―¿A usted también le parece hermosa?
Un caballero elegantemente vestido, con un inglés perfecto que casi lograba esconder su acento francés, estaba parado al lado mío y me observaba con interés. Su voz me había traído de nuevo al presente y alejarme de mis recuerdos me costó un poco más de trabajo del necesario.
―¿Cómo dice? ―respondí intentando entender a qué se refería.
―La fotografía. Yo creo que es simplemente y sencillamente hermosa.
La fotografía. Esa en la que Albert me besaba en un andén.
―Lo es ―dije, haciendo a un lado las imágenes de nuestro tiempo juntos y regresando al ahora. Volviendo a ver con detenimiento y añoranza la lámina que tenía frente a mí. Esa en la que alguien había captado el fin de nuestra relación.
―Es artísticamente y estéticamente perfecta ―dijo él―. La composición es excelente ―continúo con el tono de voz que usan las personas que se consideran expertas en un área particular―. Asimétrica, ligeramente radial ―«bla, bla, bla» eso escuché―. Pero no es el diseño de la obra sino la interpretación de los modelos la que impacta.
―¿Perdón?
«¿Modelos?»
El caballero me miró con amabilidad, pero su mirada me hizo sentir como si yo fuera una pobre estúpida a la que se le tenía que explicar las cosas con peras y manzanas, así que le regalé mi mejor sonrisa de rubia tonta y ladeé la cabeza, invitándolo a seguir adelante con su explicación.
―Hay algo en la interpretación de los modelos que hace que sea imposible alejar la vista de ellos por mucho tiempo. El contraste de las emociones es intenso ―ahora sí lo escuchaba―. Mírelo a él, que con una mano sutilmente empuja hacia atrás el mentón de ella mientras que con la otra se aferra con intensidad a su cintura, como si por un lado intentara poner distancia y terminar el beso pero al mismo tiempo fuera incapaz de hacerlo ―«justo así se había sentido» pensé―. La casi imperceptible sonrisa que curva sus labios y que no alcanza a tocar sus ojos. La forma en que la dama acaricia con una mano el pecho de él, alejándolo de ella, y al mismo tiempo juega con su cabello con la otra, hablan de lo mismo, quiere separarse pero subconscientemente le pide que se quede a su lado ―«no quería alejarme, pero no podía pedirle que se quedara, no conscientemente»―. Él tan alto y atlético, se ve mucho más endeble que ella que es pequeñita y frágil. Es intima, es profunda, es...
―Es amor ―interrumpí.
―Es mucho más que eso ―dijo él, descartando mi respuesta simple de rubia tonta, con una sonrisa―. Es complicidad, es entendimiento, es...
―Es amor ―volví a decir viendo los detalles que él había enunciado―. Fue real y es amor. Simple y sencillamente amor.
El caballero me sonrió como si mi respuesta lo complaciera, como si supiera algo que yo ignoraba, dio la vuelta y se alejó de mí.
Era amor, vivo, profundo, íntimo y real. Era amor. Fue amor y seguía siendo amor, aunque los modelos ya no estaban juntos y probablemente no lo estarían nunca más.
Lo que hacía imposible apartar la vista de los personajes que se besaban frente a mis ojos no era la perfección artística de la composición asimétrica y ligeramente radial de la fotografía, sino la intensa realidad de lo que sentían el uno por el otro: amor, puro, honesto y de verdad.
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Pura Imaginación.
FanficLa vida tiende a cumplir nuestros deseos de forma distinta a la que pensábamos. Y ahora al observar la fotografía que tengo frente a mí, me sorprende recordar la delicadeza de su mano al acariciar mi cuello; el calor de su frente apoyada en la mía;...