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Spencer no pasaba del tema. Pasar del tema no sería, por ejemplo, desaparecer cada vez que me viera con Aaron por ahí. Que no es que él se quedara quieto demasiado tiempo en el mismo sitio pero se notaba que se esfumaba más rápidamente de lo normal. Todavía le guardaba rencor a Aaron y eso no era complicado de ver ni para una mente dispersa como la mía. 

Aaron me caía bastante guay, pasábamos mucho tiempo juntos. Él estaba un poco solo porque era muy especial. Es decir, siempre sonreía y parecía tranquilo, pero casi todo le molestaba. No podía con esas costumbres sureñas tan arcaicas.

-Beth Stonem, de mi clase de historia, dejó el mes pasado el instituto para casarse. Y ahora vive en una granja con un tío llamado Bob. Bob- me miró muy fijamente- Bob. 

-Eso es con diferencia lo que más te duele- respondí, dándole un mordisco al perrito caliente insípido de la cafetería del instituto. Seguro que como poco era carne de rata. 

-Lo que más me duele es que era una tía muy lista pero le habían metido mucha mierda en la cabeza. Seguro que ya está preñada. En serio, me parece una pasada que la gente siga aplaudiendo eso- pregunté- Si eres profesor de un instituto no puede parecerte bien que las crías lo dejen para eso. 

-Bueno, es cuestión de cada cual, ¿no? O sea, si uno se quiere salir por…- me callé al comprobar su gesto de crispación. 

-No es motivo de fiesta y punto- gruñó Aaron.

-No, no, si a mi tampoco me lo parece. Por cierto, ¿sabes de alguien que necesite,no sé, una camarera o una niñera o algo así?- pregunté. 

-No, ¿por?

-Porque quiero un curro; me estoy quedando sin pasta- respondí- Y tampoco es que yo sepa hacer nada especial, así que…

-No sé, pero si me entero te lo diré. ¿Qué gastos tienes tú?¿Caleb anda mal de pasta?

-Hombre, no le voy a pedir que me financie la maría- respondí, dandole otro mordisco al perrito caliente.- Y también las clases con Spencer.

-Pensé que eso no te hacía pagárselo. 

-Es medio judío, tiene visión empresarial… Oye, ¿y si un día vamos a tomar algo?

-¿Quiénes?

-Los tres. Spencer, tú y yo- repuse- Por los viejos tiempos y eso. 

-Oh, bueno… Sí, sí, sería muy guay- me pareció muy por la labor, la verdad. Eso me sorprendió un poco- ¿Cómo os lleváis él y tú?

-Bien, creo. No sé, ¿hasta que punto se puede llevar uno bien con Spencer? Siempre está ocupado. Pero guay. No sé, me pasa maría. No es que sea muy buena pero…- me encogí de hombros.- ¿Por qué dejasteis de ser colegas?

-Fue por mi culpa- eso me sorprendió aún más- No quería que todo fuera raro. O sea… Ya sabes. Uno ve que le van molando los tíos y… Eso. 

-¿Pero te gustaba Spencer?

-¡No! ¿Qué dices?- sonrió- No, joder. Simplemente… Bueno, me puse un poco paranoico. Me obsesioné con que nadie se enterara y me alejé de todos. Con el tiempo me pareció más cómodo dejarlo así. Pero vamos, que fue culpa mía. 

-A lo mejor debiste tener un poco más de fe en él. 

-Ya lo sé. Y lo siento. Pero me parecía una cosa muy friki acercarme después de unos años a decir, ¿oye, te acuerdas de mi? No sé… ¿Qué pasa?- preguntó, confundido, al ver que yo le miraba. 

-Nada. Que me pareces un tipo muy honesto.

-Pues… Gracias- agachó la cabeza un poco, volviendo a su ensalada. 

Junk of the heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora