Su imagen no me resultó extraña allí. Es decir, absolutamente cualquiera me habría chocado más en un ambiente como ese, pero ya fuera por el asco que tenía a esa mujer o por la imagen que proyectaba junto a aquella figura de Jesucristo en la cruz. Parpadeé varias veces y me dio la sensación de que las velas me quemaban los ojos.
-¿¡Qué demonios ocurre aquí!?
Llevaba el moño medio deshecho, como si se hubiera dado prisa por llegar. Parecía sofocada, su pecho se hinchaba con violencia una y otra y otra vez. Como si estuviera loca, pensé, o a lo mejor solo era la luz.
-Yo no he sido…- dijo la desconocida, que seguía en su rincón. Se tapó los oídos, negando con la cabeza asustada- ¡Yo no he sido, ha sido él!
-¡Jacob!- exclamó la Bourne. El gigante tembló, como si se estuviera encontrando con un verdadero peligro- ¡Te dije lo que debías hacer!
El rostro de Caleb debía ser un reflejo del mío, ¿era Esther Bourne la que estaba detrás de todo?¿Esa anciana aparentemente inofensiva? Algo no funcionaba. No, algo no cuadraba de ninguna manera. No podía ser posible.
-Yo… Yo…- tartamudeó él. Jacob decía que se llamaba- No quería… No ha sido…
-¡Te dije que te deshicieras de él y que la mataras!- su grito resonó por toda la sala y me costó comprender de qué cojones estaba hablando.-¡¡Muchacho estúpido, te lo dije hace meses!!
Él agachó la cabeza como un niño al que están reprendiendo. Se frotó las manos, como si estuviera muy avergonzado y no supiera qué hacer. Dios mío, no podía ser.
-Fue usted…- sentí que podía masticar el odio, la rabia- Después de todo… Fue usted…
Me acordé de Lorelei. No sé por qué lo hice, había pasado mucho tiempo desde que la conocí. A lo mejor por eso, a lo mejor porque era la única de todas ellas que se me estaba antojando real, la única a la que había tenido cerca. No era justo. No era justo.
La Bourne me miró y sentí cómo se me estaban clavando sus ojos en la piel. Los tenía encendidos, como si quemaran.
-Con qué derecho… Con qué derecho se ha creído para…- ya no tenía miedo. De verdad, había desaparecido. Una furia terrible me estaba invadiendo por dentro. Agarré con fuera los barrotes de la jaula y pensé; joder. Joder, de verdad que no es justo. Ya no solo aquella situación, sino todo lo demás. Todo lo demás, todos los meses de búsqueda, todas las chicas.
-No te dirijas a mi, muchacha-soltó una carcajada demente- No te atrevas a dirigirte a mi. ¿¡Por qué no has terminado con ella, estúpido!?
Jacob me miró, con gesto apenado. Tenía los ojos pequeños e infinitamente tristes. Su piel era blanquísima, como si apenas le hubiera dado el sol.
-Ella no es mala… Ella no es mala…- fue como un murmullo, un quejido leve.
-¿¡Cómo!?¿¡Qué estás diciendo!?- la anciana puso los brazos en jarras.
-Ella no es mala- y esta vez sonó más convencido, casi enfadado.
La Bourne se quedó quieta. Ella sí que parecía consciente de su tamaño. Pareció meditar antes de hablar.
-Jacob… Jacob, mi querido niño, tú no puedes entenderlo… No puedes entenderlo porque he arrancado de ti toda la maldad del pecado… Sabes, sabes Jacob, tú naciste en pecado, ¿lo recuerdas? ¿Lo recuerdas, querido?- él asintió con pesadez- El pecado, muchas veces, viene en forma de algo débil. Algo ingenuo. Se esconde detrás de los buenos sentimientos que provoca. Tú lo sabes. Tú lo entiendes…

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Junk of the heart
Novela JuvenilA April le va un poco regular. Tras recibir una paliza por parte de unos camellos que buscaban a su madre los servicios sociales le dan dos opciones: o esperar a cumplir los 18 en una casa de acogida o volver con su hermano Caleb, al que lleva casi...