-No te lo tomes tan a pecho, April- sonrió Aaron.
-Que no me lo tomo tan a pecho, no pasa nada- desvié la mirada. El autobús traqueteaba sin cesar, menuda tartana. Al otro lado las casas se iban solapando unas con otras mientras oscurecía. Acababan de encender las farolas.
-Todo el mundo ha suspendido algún examen alguna vez. Yo inglés el otro día, sin ir más lejos. ¿A que tú también, Spencer?
-Pues no, yo no- se encogió de hombros.
-Spencer también- Aaron le dio un codazo.- Lo que pasa es que no se acuerda.
-Sí que me acuerdo, nunca he suspendido ningún examen.- sonreí amargamente.
-Bueno, yo sí. Pero no quería suspender este.
-A lo mejor no está suspenso.
-Esa no es una opción- añadí.
A ver, que yo tenía mis cosas de estar siempre en las nubes, pero era bastante realista. Igual que no era de esas que se atacaban cuando pensaba que habían suspendido y después sacaban un sobresaliente, también era bastante consciente cuando la cagaba. Y el examen de mates había sido un fiasco sobrenatural, de esos insalvables.
Me mordí el labio inferior. De verdad que tenía ganas de salir, de estar por ahí, de perderme un poco. Pero como que no era capaz de quitarme esa amargura de encima, esa sensación horrible de que podías haber hecho más, esa culpabilidad absurda que se nos inculcaba desde pequeños.
Y me lo repetía, ¿eh? Me repetía constantemente que si que lo había dado todo. Que sí había hecho todo lo que estaba en mi mano. Joder, le había dedicado tiempo, le había dedicado esfuerzo. Y para qué.
Otra vez esa sensación absurda. Otra vez. April, eres tonta.
Eres tonta.
Eres tonta.
Eres tonta.
El autobús llegó a la parada. El centro de la ciudad nos esperaba palpitante y yo estaba más perdida que nunca. Joder. Joder.
Nadie había dado un duro por mi nunca. Nadie. Desde cría había tenido que lidiar no solo con el abandono de Elaine y sus idas y venidas y sus “te quiero pero ya no”. No solo eso, sino que me lo habían puesto difícil de cojones. En el colegio decían que dejara de estudiar, que me dedicara a otra cosa. En el instituto que era lenta y retraída. Joder. Siempre esa manía persecutoria, esa obligación constante de juzgarlo todo. A lo mejor no era buena en mates, pero me las arreglaba desde los trece para pagar las facturas. A lo mejor no se me daba nada bien lengua, pero coño, podía estar peor. Podía haber acabado preñada por el primer imbécil que pasara por allí, enganchada a la misma mierda que mi madre.
Y sin embargo ahí seguía yo, aguantando cómo me llamaban tonta con todas esas actitudes condescendientes. Y qué difícil era no pensar que tenían razón a veces. Por mucho que me repitiera que no.
¿Era acaso mucho pedir?¿Era demasiado un poco de calma?
-Ya me he cansado de esto- gruñó Spencer, poniéndose de pie.- No- se dirigió a Aaron, que le miraba con gesto reprobatorio- No voy a aguantar más bobadas.- me tendió la mano para ayudarme a levantarme con el ceño fruncido- Tú no eres estúpida, April, así que no voy a tratarte como si lo fueras. Si quieres venir, bien. Si no, estás a tiempo a volverte. Pero yo tengo mi carnet falso y pretendo emborracharme a gusto esta noche. Contigo o sin ti.
Tardé unos segundos en sonreír. En sonreír de verdad.
Qué gesto absurdo, ¿no? Qué manera tan tonta y fortuita tenían las palabras de hacerla a una feliz. Volví en mi misma mientras me levantaba.
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Junk of the heart
Teen FictionA April le va un poco regular. Tras recibir una paliza por parte de unos camellos que buscaban a su madre los servicios sociales le dan dos opciones: o esperar a cumplir los 18 en una casa de acogida o volver con su hermano Caleb, al que lleva casi...