Estaba más a medias que nunca.
Y eso que yo solía estar en todas partes menos donde estaba mi cuerpo pero lo que vivía últimamente era insostenible. Estaba en una paranoia constante en la que sombras oscuras me acechaban cada vez que cerraba los ojos. Y a veces cuando los abría también.
Suspiré. Puto examen de mates. En dos días. Los números bailaban sobre el papel. Estaba muy cansada. Joder.
Levanté la mirada de la hoja. Spencer tenía clavados sus ojos de cachorrillo triste en mi, pero vamos, que tampoco estaba allí precisamente. Seguro que estaba en internet. Su cabeza, digo. Mi salón me parecía un sitio más triste y deprimente que de costumbre, pero él quería estudiar en mi casa solo porque a su madre se le caía el alma a los pies siempre que me veía conmigo.
-Te va a estallar la cabeza, ¿verdad?- levanté una ceja. Miré el reloj, mientras él fruncía los labios y asentía muy rápido- Vale. Son las diez y media. Abandono. Dispara.
-Quiero dejar claro que no me quiero acostar contigo- dijo, con su tono de estar recitando el temario de un examen.-… Bueno, sí. Pero porque ahora mismo me quiero acostar con todo el mundo.
-¿Eres virgen?- pregunté.
-No, joder. Pero tengo 17 años. Mi cuerpo me obliga a querer follar siempre, ¿a ti no te pasa?
-Ah, pues… No- me encogí de hombros- Yo casi nunca quiero follar. O sea, que me da igual hacerlo, pero como que no sale de mi.
-Y, pese a eso, porno.
-A ver, Spencer, una no tiene que ser ninfómana para dedicarse al porno. Lo que pasa es que está todo muy mitificado y tal- busqué alguna patata frita en a bolsa, pero ya estaba vacía- Lo ves desde fuera y piensas que está todo el mundo loquísimo por follar y no es así: es curro. Y como todo el curro a veces no te apetece hacerlo.
-¿Me tomas el pelo?
-No. A veces lo último que te apetece es echar un polvo. Pero te pagan, así que…- me encogí de hombros dando otro trago a mi coca cola. La cafeína me afectaba un montón. Todo me afectaba un montón en realidad- ¿Qué pensabas? Es más como… Ejercicio físico. Como ir al gimnasio. Con un poco de arte dramático.
Frunció los labios y guiño un ojo. Lo hacía cuando se concentraba mucho, como apuntando con un arma. Era gracioso. Bueno, a mi por lo menos me hacía gracia.
-No voy a ser tu mono de feria- respondí.- Así que, nene, no vas a tener barra libre de preguntas.
-Vale, ¿cómo hacen para aguantar tanto? Los pavos, digo. Eso no es normal.
-Eso es cansino de cojones. En serio, cansino de cojones. La que te diga que no miente. Las tipas suelen quejarse de los que aguantan poco, ¿pero sabes lo que es tener que estar veinte minutos ahí? Joder, acabas destrozada. Las lumbares echas polvo… Entrenan para eso. Quiero decir, para aguantar. Y cuando no se les levanta les pinchan algo que hace que…
-Para. No he oído eso- puso un gesto de dolor. Me encogí de hombros.- ¿Y tú te corres cuando lo haces?
-No. Salvo excepciones. Yo no me corro nunca a no ser que sea por mi misma.
-Qué triste, ¿no?
-Bueno, no. Depende de lo que te gastes en un buen vibrador- me dolía un montón la espalda. Ay, qué vieja me sentía.
-Ah…- Spencer se quedó callado. Supuse que era uno de esos momentos en los que tienes tantas preguntas que te quedas en blanco.- A lo mejor no te apetece hablar de esto.
-Me da igual en realidad- me encogí de hombros. Suspiré.
-Pues no pareces especialmente contenta.
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Junk of the heart
Teen FictionA April le va un poco regular. Tras recibir una paliza por parte de unos camellos que buscaban a su madre los servicios sociales le dan dos opciones: o esperar a cumplir los 18 en una casa de acogida o volver con su hermano Caleb, al que lleva casi...