-¡¿Pero qué se supone que haces?!
Esquivé a Spencer por poco y seguí mi camino.
-¡¡April!!¿¡Qué coño te pasa!?- el tirón que me dio, del brazo, hizo que todo dentro de mi cabeza vibrara. Tenía ganas de vomitar. Vi borroso. Tuve que pararme. No podía pararme- ¿Dónde cojones estabas?¡Tenías un examen de…!
-¿Donde… dónde está Candace?- pregunté. Tardé unos segundos en reponerme. Una nausea intensa y asquerosa se me había instalado en la garganta, en el estómago, en todo el cuerpo. Quería desaparecer. Quería desaparecer rápido, sin darme cuenta.
-¿Donde has estado esta mañana?¿Por qué no me contestabas?¿Te ha pasado algo?- no le entendía. No le entendía nada de nada.
Un destello rojo al otro lado del pasillo me sacó de mi misma. Era ella, su pelo inconfundible. Aparté a Spencer de un empujón. El corazón me latía tan rápido que pensé que no podía aguantar mucho más, que en algún momento se pararía.
-Julia…- intenté gritar su nombre, pero solo me salió un hilo de voz. No se cómo me oyó en realidad, pero el caso es que se volvió para mirarme. Una leve sombra de preocupación cruzó su rostro y es que yo debía tener un aspecto horrible. Y ella no era mala.
-¿Qué te pasa?- intentó fingir indiferencia, pero no le salió bien.
-¿Ha… ha visto a Caleb?- carraspeé. Sentía la boca totalmente seca, me temblaba todo el cuerpo. No recordaba la última vez que había comido, pero en mi cabeza solo resonaba su nombre.
Caleb no podía haberse ido. No podía haberme dejado sola. No podía haber destrozado la casa y haberse marchado por su propio pie. Caleb no me haría eso. Ni siquiera me permitía dudarlo.
Ya no iba a dudar más de él, nunca.
-Ya hemos hablado de esto- gruñó. Su mirada se volvió más dura. No me estaba comprendiendo.
-Ayer…. A-anoche… ¿no le vio?¿no estuvo con él?
-No. Hace como dos semanas que no le veo- se mordió el labio inferior, como dudando unos instantes si debía seguir la pose de dura que intentaba mostrar y marcharse o preguntar por qué tenía ese aspecto.
Decidí yo por ella. Me volví, rodeándome con los brazos. Un temblor terrible me invadió de nuevo. Fue como quedarme sin fuerzas del todo. Ni siquiera podía parpadear. Clavé la vista al suelo e intenté que mi cerebro funcionara.
-¿Qué ha ocurrido, April?- escuchaba la voz de Spencer y me alegré de que estuviera allí, aunque no hubiera manera de que le mirara. Me dolían los ojos. Quería llorar pero no podía. Quería llorar mucho, mucho rato, pero de verdad que no podía.
-April, mírame- su voz sonó firme y me gustó que lo hiciera porque así no me permitía dudar. Tenía los ojos oscuros como yo y pensé que me gustaban así, que así estaban bien- ¿Qué es lo que ha pasado?
Carraspeé de nuevo.
-Se han llevado a Caleb…
-¿Cómo?¿Quién?
-No lo… No lo sé… Han entrado en casa y…
-¿¡Qué!?¿¡Quién!?
Y entonces si se me llenaron los ojos de lágrimas y sentí que si no le abrazaba me iba a romper en pedazos.
El gesto sombrío de Aaron me indicó lo peor. Lo peor por la pinta que yo debía tener, lo peor por Caleb, lo peor por todo en general. Yo estaba sumida en ese tembleque absurdo y apenas me salieron dos palabras seguidas. Por eso tardé lo que a mi me parecieron años en contarles todo lo que había ocurrido. Les conté lo de la profesora y mi hermano, les conté lo de Claire y el imbécil ese, les conté la pelea que tuve con Caleb, les conté que vagué muchas horas, les conté lo de Vini.
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Junk of the heart
Teen FictionA April le va un poco regular. Tras recibir una paliza por parte de unos camellos que buscaban a su madre los servicios sociales le dan dos opciones: o esperar a cumplir los 18 en una casa de acogida o volver con su hermano Caleb, al que lleva casi...