MATTEO.
Dos semanas después...
Habían pasado ya dos semanas y todo seguia igual, la mamá de Luna, Mercedes , seguía sin recuperar la memoria y Luna seguia en coma, sin mover ni un solo músculo.
Melissa le pasaba comida por medio de una jeringa, los nutrientes y vitaminas suficientes para sobrevivir.
Ya hace como seis días que no subo a verla, ni de día... ni de noche.
Ya se me hace imposible verla en ese estado tan doloroso.
Aunque se me haga muy difícil no verla, pero pudo sobrevivir.
No dependo de ella.
Los humanos estúpidos amigos de Luna decidieron dejar de insistir con ella.
Lo que me hace la vida un poco más tranquilo por ahora.
Ahora estoy haciendo tiempo de caridad con los idiotas de mis hermanos, viendo un partido de pelota en la sala con Ramiro y Gaston.
Ellos estaban el sofá grande y yo estaba en el de una persona con un vaso de whisky en mi mano.
-Son muy lentos- bufo Ramiro.
-Y muy débiles, no logran hacer ni un home run- le siguió Matteo.
-¡¡¡MATTEO, MATTEO, MATTEO, MATTEO!!!-Escuche que gritaba mi hermana desde el piso de arriba.
-¿Que quieres Ámbar?- escuche como bajaba las escaleras a velocidad vampírica, a toda prisa y al instante ya estaba a mi lado.
Aparte lentamente mi mirada del televisor para mirarla.
Estaba exhausta, tenía una sonrisa en la cara de una extraña felicidad
-¿Que tienes?
-Luna...Luna... ¡LUNA ESTÁ MOVIENDO SUS DEDOS!- me quedo mirándole fijamente a sus ojos para comprobar que fuera verdad y no una broma pesada.
Pero Ámbar jamás bromeaba con eso.
Sin decir nada a velocidad vampírica me levanté del sofá y fui a mi habitación.
Ahí estaba Melissa con una sonrisa, sosteniendo la mano a Luna que seguía igual desde la última vez que la vi con sus ojos cerrados y en su posición vegetal, huesuda...
-¡Vamos Luna, puedes hacerlo de nuevo! tu puedes vamos! ¡Muévete! Tu puedes-Escuchaba lo que Melissa le decía a Luna.
Así que no era mentira, Luna había movido sus dedos.
¡¡Maldita sea si! Los había movido.
Sonreí interiormente y sali de la habitación.
-¡MATTEO!- escuche que me llamaba Melissa pero no le hice caso.
Decidí irme a cazar hasta que llegara la noche para poder ver a Luna.
Tal vez despierte cuando yo no este.
***
Llegue a casa a eso de las tres de la mañana y entre a mi habitación por la ventana.
Quien lo diría, entrando por la ventana para llegar a mi propia habitación.
Luna seguia igual, no había despertado, pero lo iba a hacer pronto, digo, movió sus dedos.
Hoy quiero quedarme aquí.
No bajaré a la sala me quedare aquí.
Abrí unos de mis cajones para tomar ropa limpia porque la mía esta empapada de sangre, así que tomé una camisa negra limpia, unos boxer y unos pantalones cortos.