Sin promesas
Como estaba predicho, la gasolina que le quedaba a mi jeep, no nos alejó lo suficiente de la ciudad, no como esperaba, solo nos dejó a las afueras, en el inmenso bosque por el que hemos camino ya alrededor de una hora y media.
Poco a poco alentamos el paso, y comenzamos a jadear ante la falta de aire por la incesante caminata. No hemos parado desde que nos bajamos del auto, no estar acostumbrados a caminar tanto y la superficie repleta ramas, hoyos, lodo, entre otras cosas, no ha impedido avanzar como quisiéramos.
Cansada, me recargo en un árbol y saco la botella de agua guardada en un costado de mi mochila y le doy sorbos largos, desesperados. Mi garganta y mi boca llevan tanto tiempo secos que la sensación del agua fluyendo por esta es como sumergirme dentro de la botella.
Una vez que calmo mis ansias por agua, vuelvo a guardar la botella y miro a mis amigos, exhaustos, ansiosos por llegar a un lugar a salvo de toda esta incertidumbre, anhelando volver a lo que hace unos días fue.
Aunque todos están desesperados en el fondo, en el exterior buscan mantener su mente ocupada y dejar los oscuros pensamientos que acechan de lado.
Suelto un suspiro y veo a mi madre acercarse. Sonrío como saludo e inmediatamente este es devuelto de la misma manera.
-Hola - susurro agotada.
-¿Cómo estás?
Me encojo de hombros -No lo sé - confieso.
Es verdad, mi interior es una tormenta, hay miles de sentimientos ahí dentro que ya no se cual es real, si el miedo, el coraje, la valentía, la cobardía. Mi mente y corazón no están conectados, ambos hacen cosas totalmente diferentes, lo cual me pone en esta situación. Simplemente no logro comprender lo que siento.
-También estoy asustada y confundida, pero, estamos juntos - toma mi mano y la aprieta levemente -. Eso es más que suficiente para mí.
La calidez de sus palabras despierta en mi interior un sentimiento de paz y seguridad que hacía tiempo no se alojaba en mi pecho, sin embargo, es esto lo que me hace fuerte, lo que despierta mis ganas de salir de esto, ir a un lugar donde no tengamos más preocupaciones, un lugar en donde pueda volver a ser feliz.
Pero, como todo buen momento debe acabar, esté lo hace con el estruendo que provoca un disparo. Mis oídos perciben sin problema como la bala se incrusta en el tronco de un viejo y enorme pino. Por inercia, me agacho, al igual que hacen los demás, soltando incluso un leve grito de miedo y sorpresa.
Estamos siendo atacados una vez más, tal vez sin razón aparente, pero somos los blancos dentro de esta línea de fuego y todo lo que puedo sentir en desesperación y miedo, no por mí, por primera vez no siento miedo por mi persona, si no por todos aquellos a los que amo y se encuentran a la intemperie.
-¡Cúbranse! - murmuro mientras me acerco al tronco de un árbol, usándolo como escudo, o al menos un amortiguador ante cualquier golpe que se avecine.
Mi madre, agazapada y sin dejar de mirar a todos lados, va junto a mi hermano, pues es apenas un niño, necesita de mi madre, necesita sentir su protección y aunque solo soy una adolescente, siento que es mi deber mantener lo que queda de mi familia.
Con la respiración agitada, reviso el panorama, intentando ver más allá de los abundantes árboles y la maleza. Pero, por más que me esfuerzo, no logro percibir nada, incluso los disparos han cesado, pero estoy segura de que aún no ha acabado.
El silencio se espesa a nuestro alrededor, permitiéndome escuchar tan solo mi respiración, mis latidos punzando en mis tímpanos como si fueran martillos. Mis ojos no han dejado de rebuscar al mismo tiempo que miro a los demás.
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Zona Cero ©
Science FictionAlex y sus amigos se verán involucrados en el terrible incidente de los laboratorios I.B. el cual llevará al mundo y la humanidad a conocer el caos y destrucción de sí mismos. La maldad y la capacidad con la que todos contamos si se trata de sobrevi...