Un camino que seguir
Es el tercer día que pasamos refugiados en mi casa. Salgo del baño de mi habitación secándome el cabello con una toalla.
Me detengo al mirar a Max sentado en la orilla de mi cama, viendo la fotografía sobre mi buro. Aclaro mi garganta e inmediatamente me mira mientras se pone de pie nervioso.
—Lo siento la puerta estaba abierta y yo venía a revisar tu herida.
Dejo la toalla sobre la silla a mi lado y me siento en la orilla de la cama. Max se sienta a mi lado, pero no dice nada, se mantiene ahí, viendo hacía la nada, con sus manos unidas.
—Lo siento — murmuro.
Lo di miles de vueltas durante los días en la casa, busque una forma apropiada para acercarme a él y disculparme por el pasado, pero por más que lo pensé, no encontré una forma más fácil de hacerlo, así que termine evitándolo durante los últimos días, hasta el día de hoy.
Me mira, con sus enormes ojos claros, penetrantes, llenos de misterio. Me mira con el ceño fruncido, con la cara impresa en un rasgo de sorpresa.
—Por todo lo de antes — agrego intentando explicar.
Niega repetidas veces al entender a lo que me refiero.
—Si —hablo antes de que el pueda hacerlo —. No lo merecías y te debo mucho más que unas disculpas, pero es todo lo que puedo ofrecerte.
—No me debes nada, ni a mí ni a nadie. No voy a juzgarte ni mucho menos cuestionare tus razones.
—Tenía mucho miedo, todo era muy complicado bueno, lo sigue siendo. Pero, fuiste muy especial para mí, eras mi amigo y te quise mucho, pero mi padre de pronto comenzó a actuar raro, se molestaba si hablaba de ti y un día, llego dispuesto a acabar mi amistad contigo, durante los últimos días, intento de todo para alejarme de ti, hasta que me amenazo, me obligo a alejarme de ti, pero sabía que no sería fácil, así que debía asegurarse de que no me volverías a buscar. Es por lo que comencé a actuar de esa manera, pero, no sabes cómo me dolió cada palabra, cada acción que tuve hacía ti.
Se pone en cuclillas frente a mí. Sus ojos irradian un brillo diferente, compasivo, como si una parte vulnerable de él se abriera frente a mis ojos solo por lo que acaba de salir de mi boca.
—No tienes por qué darme ninguna explicación. Jamás entendí por qué tu cambio tan drástico, pero jamás deje de guardarte un cariño especial, jamás deje de tener sentimientos hacía ti y cuando volví estuve seguro de que estos solo se fortalecieron con el paso de los años.
Me quedo ahí, conectada a sus ojos, repitiendo una y otra vez sus palabras, buscando algo que decir, pero mi mente solo divaga en la confesión de Max y mis labios permanecen sellados.
Sonríe y toma mis manos —No es necesario que digas nada.
—Yo
Se pone de pie —Debo revisar la herida.
Asiento lento sin dejar de pensar, lo hago una y otra vez sin parar. Cuando ocurrió todo eso hace años, guarde esos sentimientos en el más oscuro rincón de mi alma y apague todo fuego de mi corazón. Aunque no lo entendía, no puede sentir rencor u odio hacía mi padre. Me repetí cada noche que había una razón, lo hacía cada día sin falta, como un rezo, tratando de convencerme a mí misma, mintiéndome, engañándome.
Cuando Max se aseguró de que mi herida está bien y después de haber retirado los puntos, ambos volvimos a nuestros asuntos, pues se acordó que solo se tomarían un par de días para descansar y recuperarse especialmente aquellos que están heridos.
Bajo las escaleras poniéndome un suéter ligero. Ya todos se encuentran preparándose, tomando todo lo que es necesario, usándolo también como una distracción.
Lo que viene en camino, seguro será duro, habrá mucho que hacer, mucho que enfrentar, mucho que recorrer. Ninguno será el mismo, poco a poco cada uno ira perdiendo algo que lo cambiara, como ocurrió con mi mejor amiga Emma.
Su inocencia se esfumo de la noche a la mañana, una nueva persona surgió, un alma vacía y un corazón lleno de oscuridad fue lo que nos presentó. Por supuesto que no la juzgare nadie lo hace, entiendo la razón, es por eso, que estoy más que segura de que ella no será la única que sufra un cambio, poco a poco, tarde o temprano lo haremos también. Perderemos esa inocencia, ese espíritu de juventud y no habrá más que oscuridad.
—¿Qué más falta? — pregunto uniéndome a mis amigos.
Víctor se acerca a mi —Necesitamos gasolina — murmura, pues, aunque nadie nos presta la suficiente atención, busca que sea solo yo quien decida qué hacer ante tal situación.
—¡Maldición! — murmuro.
—Podemos usar la que nos queda, pero no nos llevara muy lejos.
Asiento —No tenemos el tiempo ni recursos para ir a recargar el tanque.
—Seguir el camino a pie, es arriesgado.
—Lo sé, tendremos cuidado — afirmo.
Asiente resignado y vuelve con los demás, para terminar lo que hacía antes. Suspiro y miro hacia los sofás, Cora está recostada ahí, con los ojos cerrados, mientras su hijo Frank mira a todos con miedo y confusión.
Tiene solo catorce años, pero es muy valiente e inteligente, no se ha separado de su madre en ningún momento y ha estado atento a todo lo que ocurre a su alrededor. Espero que esa valentía lo haga un hombre de bien, dispuesto a pelear por lo correcto, incluso con miedo, justo como ahora.
Me acerco y lo miro —¿Cómo está?
Me mira —Bien — susurra.
Suspiro y me pongo en cuclillas frente a él —No quisimos hacerle daño a tu madre, pero teníamos que asegurarnos de que ella no lo haría con mis amigos.
Asiente —Lo sé. Mamá dijo que nada sería fácil de ahora en adelante, pero que debía adaptarme.
Sonrío —Haremos lo que este en nuestras manos por salir de aquí. ¿Estas listo?
—Si — afirma.
Me pongo de pie y do media vuelta. Mis amigos, mi madre y mi hermano están listos, mirándome, esperando que decida en qué momento emprender nuestro viaje. El viaje más largo y complicado, el camino que nos haría entregar tanto a la vida, todo por llegar al fin, y poder comenzar a vivir.
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Zona Cero ©
خيال علميAlex y sus amigos se verán involucrados en el terrible incidente de los laboratorios I.B. el cual llevará al mundo y la humanidad a conocer el caos y destrucción de sí mismos. La maldad y la capacidad con la que todos contamos si se trata de sobrevi...